RESTAURACIÓN –
27/06/2024
La mística
Isabel Canori dejó numerosos escritos sobre sus visiones y revelaciones que
incluyen como se restaurará la Sucesión Apostólica después de su ruptura en el
cónclave de 1958.
Lo que más le impresionó
fue ver a Dios indignado. En un lugar altísimo y solitario, vio a Dios
representado por un gigante fuerte y airado hasta el extremo contra aquellos
que le perseguían. Sus manos omnipotentes estaban llenas de rayos, su rostro
estaba repleto de indignación: sólo su mirada bastaba para incinerar al mundo
entero.
Ante la gran
impiedad, la Madre de Dios no pedía más misericordia para el mundo, sino
justicia al Padre Eterno, el cual, revestido de su inexorable justicia se
volvió hacia el mundo. En aquel momento toda la naturaleza entró en convulsión,
el mundo perdió su recto orden, y se formó sobre la Tierra la mayor infelicidad
que se pueda imaginar. Una cosa tan deplorable y aflictiva que dejará a la
humanidad reducida a la máxima desolación.
El terror y el
espanto pondrán a todos los hombres y animales en un estado de supremo pavor,
todo el mundo estará en convulsión y se matarán los unos a los otros, se
despedazarán mutuamente sin piedad. Dios se servirá de las potencias de las
tinieblas para exterminar a esos hombres sectarios, inicuos y criminales que
pretenden derribar, erradicar la Iglesia católica, nuestra santa madre.
Vi abrirse en
la mayor profundidad de la Tierra una caverna tenebrosa y espantosa, llena de
fuego, de donde vi salir a muchos demonios, los cuales, tomando unos la figura
de animal y otros de hombre, venían todos a infestar el mundo y a hacer por
todas partes maleficios y ruinas. Devastarán todos los lugares donde Dios ha
sido y es ultrajado, profanado, sacrílegamente tratado, donde se ha practicado
la idolatría. Todos esos lugares serán demolidos, arruinados y se perderá todo
vestigio de ellos.
En la fiesta de
San Pedro y San Pablo de 1820, contempló proféticamente al príncipe de los
Apóstoles descendiendo de los Cielos revestido con los paramentos pontificios y
rodeado por una legión de ángeles después de los purificadores castigos que se
han descrito. A continuación, bajó con gran pompa el Apóstol San Pablo. Él
recorría todo el mundo encadenando aquellos espíritus malignos e infernales, y
los conducía ante el Apóstol San Pedro, el cual, con una orden llena de
autoridad, volvía a confinarlos en las tenebrosas cavernas de las cuales habían
salido. En ese momento se vio aparecer sobre la tierra un bello resplandor, que
anunciaba la reconciliación de Dios con los hombres.
La pequeña grey
de católicos fieles fue entonces conducida a los pies del trono de San Pedro
quien escogió al nuevo Pontífice, toda la Iglesia fue reordenada según los
verdaderos dictámenes de los Santos Evangelios, fueron restablecidas las
órdenes religiosas, todas las casas de los cristianos se convirtieron en otras
tantas casas penetradas de religión, tan grande era el fervor y el celo por la
gloria de Dios que todo era ordenado en función del amor de Dios y del prójimo.
De esta manera tomó cuerpo en un momento el triunfo, la gloria y la honra de la
Iglesia católica: Ella era aclamada por todos, estimada por todos, venerada por
todos, todos decidieron seguirla, reconociendo al Vicario de Cristo, el Sumo
Pontífice.
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