
SANGRE – 04/07/2022
El
día 1 de julio se celebra la fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo. Es una devoción que impresiona profundamente.
Todos
sabemos que la sangre hace parte de nuestro organismo y que es un elemento, una
parte de nuestra persona. Por tanto, se debe a la Sangre de Cristo toda la
adoración que se debe al propio Cristo.
Esa
Sangre que salió de su Cuerpo a través de la violencia deicida es una muestra
de hasta dónde puede llegar la maldad humana, una muestra del misterio de la
iniquidad, que es un memorial para comprender que es capaz de ir hasta el final
y no retrocede ante nada.
Por
lo tanto, delante del mal, todas las desconfianzas son necesarias. Es lo que
significa el precepto: “Vigilad y orad”. Es necesario tener desconfianza,
porque el mal es capaz de todo, de las peores infamias y cualquier cosa se
puede esperar de él, y contra él se pueden emplear todas las violencias
preventivas según la Ley de Dios y de los hombres. Todo lo que sea dormir
respecto de él, todo optimismo bobo, todo lo que es dejar para más tarde su
combate, todo eso es un verdadero crimen, porque fue capaz de hacer lo que
hizo, él fue capaz de lo peor. El mal quiere todo tipo de mal y es capaz de
llegar hasta el fondo en la línea del mal. Esta consideración es muy
desagradable para la índole bonachona, azucarada, amiga de pactar, enemiga de
las divisiones. Pero debemos meditar hasta dónde va la Revolución. La
Revolución no retrocede ante nada.
Es
importante también notar la misericordia de Dios que quiso que esa sangre fuese
derramada con una abundancia inaudita. La dio toda, no reservó ni siquiera una
gota, por el inmenso deseo de salvarnos. Aunque con una gota habría bastado Él
dio hasta la última que le quedaba cuando Longinos le atravesó con la lanza.
Esa
abundancia de sangre, de sufrimiento, de entrega completa, recuerda unas
palabras suyas: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus
amigos”. Pero Él, en cierto modo, hizo más, porque no solo dio su vida, sino
que quiso sufrir hasta ese grado infinito para mostrar la amistad que tenía por
nosotros. De ahí se deduce la confianza en su misericordia ya que tanto nos
quiso salvar. Por otro lado, se ve el horror del destino eterno del condenado.
Fue para evitarnos caer en la profundidad del infierno.
Cualquier
consideración sobre la Sangre de Cristo nos recuerda las lágrimas de María,
vertidas junto con la Sangre de Cristo. Pero no quiso que Ella vertiese ni una
sola gota de sangre. Y habiendo permitido que se hiciese tanto contra Él, no
permitió que las potencias del mal le tocasen ni siquiera con la punta del dedo
a su Madre Inmaculada. Ella vertió sus lágrimas, que son la sangre del alma, en
la que sufrió todo el dolor de la Pasión, haciéndose así Corredentora por
designio del propio Dios.