RUPTURA

 

RUPTURA – 17/06/2024

El 26 de octubre de 1958 los cardenales reunidos en el cónclave eligieron al cardenal Siri, en la foto, como sucesor del Papa Pio XII. Él aceptó, convirtiéndose en Vicario de Cristo con el nombre de Gregorio XVII y a las 6 de la tarde la chimenea de la Capilla Sixtina anunciaba la elección con la fumata blanca a los numerosos fieles allí reunidos, mientras la Radio Vaticana proclamaba: “No hay absolutamente ninguna duda, el Papa ha sido elegido”. Pero pasaba el rato y el Papa no salía al balcón a dar la bendición…

Resultó que en el interior algunos cardenales modernistas le transmitieron al nuevo Pontífice el recado de un emisario: la Unión Soviética no quería un Papa anticomunista como él, y que si no renunciase tiraría una bomba atómica sobre el Vaticano. Las extraordinarias pruebas nucleares soviéticas habidas en los días previos daban credibilidad a la amenaza. Rusia, precisamente la que Pio XI y Pio XII no quisieron consagrar al Inmaculado Corazón de María como Ella pidió.

Gregorio XVII, cuya respuesta debería haber sido convocar de una Cruzada contra el comunismo, optó por la defección aludiendo “graves razones de Estado”.  

Luego anunciaron que el humo blanco había sido un error y dos días después eligieron al candidato del Kremlin, el masón Roncalli, que para celebrar su coronación puso fin a los ensayos atómicos. Andréi Sájarov afirmó que no existían razones científicas para esos ensayos sino motivaciones políticas.  

Evidentemente la renuncia de Gregorio XVII, bajo la coacción del chantaje atómico, no fue válida, al igual que tampoco lo fue la elección de Roncalli. Desde entonces la secta modernista se hizo con el control de lo que hasta esa fecha había sido la Santa Sede, rompiéndose así la Sucesión Apostólica, es decir la legítima representación de Nuestro Señor Jesucristo.

Por tanto, todos los sucesivos ocupantes del Vaticano, Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger y por supuesto Bergoglio, que además es hereje público y notorio, no son verdaderos Papas de la Santa Iglesia sino antipapas de la antiglesia profetizada por Ana Catalina Emmerich hace más de 200 años.

Esto se hizo patente en el conciliábulo “Vaticano segundo” y la estructura pseudo eclesiástica que les sigue no es más que una parodia de la verdadera Iglesia al servicio de la Revolución.

En el siguiente cónclave de 1963 Siri volvió a ser elegido, pero la misma coacción se repitió y la claudicación también.

Escritos posteriores del propio cardenal Siri, así como declaraciones del P. Malachi Martín y del historiador Paolo Perrotta, no dejan ningún lugar a dudas.