ENVENENADO – 28/06/2024
Pio de Pietrelcina, conocido como el padre Pio, estaba
muy preocupado con la situación de la Iglesia según diversos testimonios, entre
ellos el exorcista Gabriele Amorth, que en su libro titulado “El secreto mejor
guardado de Fátima” cuenta que sobre 1960 se reunió con él mostrándose muy
atormentado por la gran apostasía en la Iglesia, afirmando que Satanás se había
introducido en el seno de Ella y dentro de muy poco la gobernaría como una
falsa iglesia.
Al padre Luigi Villa le dijo que debía dedicar toda su
vida a defender la Iglesia de Cristo de la francmasonería eclesiástica que la
había invadido. El Papa Pio XII aprobó el plan y le facilitó los contactos para
llevarlo adelante.
Dado su discernimiento no era fácil de engañar como a muchos
otros. Un ejemplo de ese discernimiento lo vio un matrimonio de Barcelona que
fue a visitarle y como había mucha gente no pudieron pedirle oraciones para conseguir
tener descendencia, así que escribieron su pedido dentro de un sobre y se lo
entregaron sin decirle nada, a lo que él sin abrir el sobre les respondió: “el
año que viene le bautizaré yo”. Ellos se quedaron muy sorprendidos porque a
nadie se lo habían comentado y efectivamente al año siguiente tuvieron un niño que
el padre Pio bautizó.
Se comprende por tanto que el antipapa Montini, alias
“Pablo sexto”, mandase envenenarlo para evitar ser desenmascarado. Existe
abundante documentación que así lo confirma.
Él propio declaraba a las hermanas Mastrorosa: “me están
envenenando con píldoras”. No quería tomarlas, pero el superior se lo imponía
por obediencia.
El director de la Casa Alivio del Sufrimiento, Giuseppe
Gusso, hombre devoto, relata que algunos médicos amigos, a ocultas de los frailes,
hicieron analizar su orina en el laboratorio de la clínica y se encontraron
rastros de barbitúricos que habrían hecho morir a un caballo en tres días.
Varios capuchinos encargados de su cuidado como los
padres Eusebio, Honorato, Alessio, o Pellegrino fueron unánimes al afirmar que
estaba siendo envenenado con las medicinas que le hacían tomar.
Su hermana, perteneciente a la Orden de Santa Brígida de Suecia,
inmediatamente después de su muerte, presentó un pedido formal para que se
hiciera la autopsia, pero nada se supo del resultado, si es que se llegó a
realizar.
La persona que le ordenaba ingerir todo tipo de venenos
mezclados con sopas, barbitúricos y medicinas era el padre Carmelo, superior
del convento de San Giovani Rotondo. Este a su vez dependía del padre Clemente,
Administrador Apostólico de esa provincia y este estaba a las ordenes únicas y
directas de Montini. En la foto la portada de la revista Chiesa viva que
da más detalles al respecto.
Mons. Antonio Piolanti, rector de la Universidad
Lateranense, le había escrito: “Pablo VI no puede soportar a los que no piensan
como él. Pablo VI no te asesina. ¡Te manda asesinar!”
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