MONTINI – 20/06/2024
La revista Chiesa viva publicó algunos datos
reveladores sobre la personalidad de Montini, alias “Pablo sesto”, que nunca
fueron desmentidos por nadie.
A él le fue encomendado realizar el sueño masónico de
tener un “papa” educado por ellos desde joven para destruir el poder espiritual
de la Iglesia. Fue quien comenzó a utilizar en su báculo
un símbolo siniestro usado por los satanistas. Era una cruz torcida en la que
se exhibe una figura repulsiva y distorsionada de Cristo.
Ya en 1926 tenía antecedentes policiales en Milán por
homosexualidad, vicio que mantuvo hasta el fin de su vida. En 1997 el
“cardenal” Pietro Palazzini envió una carta al postulador de su causa de
“beatificación” comunicando los nombres de sus tres últimos amantes. Por este
motivo fue frecuentemente chantajeado por particulares, servicios secretos y la
Masonería. Llenó la antiglesia de homosexuales que han organizado y protegido
esta práctica entre sus secuaces.
En colaboración con el jesuita Alighiero Tondi, comunicaba
a las autoridades de la Unión Soviética los nombres de los sacerdotes y obispos
que Pio XII enviaba secretamente a Rusia. Éstos eran detenidos, torturados y
asesinados. Por estas traiciones al servicio del comunismo Pio XII le expulsó
de la Secretaría de Estado en 1954 y haciendo grandes amenazas logró ser
mandado como arzobispo a Milán en lugar de ser encerrado en prisión.
El 29 de junio de 1963, ocho días después de su inválida elección,
Lucifer fue entronizado en la antiglesia con una misa negra en la capilla
paulina. Los apóstatas presentes juraron profanar su sacerdocio, así como
erigir la nueva iglesia universal del hombre, y al final los participantes se
consagraron al “omnipotente Lucifer” para que les ayudase a desenganchar la cruz
del cristianismo transformando el culto a Dios por el culto al hombre, la ley
de Dios por la primacía de la conciencia, sustituyendo el Reino de Dios por la
paz en la Tierra, la vida eterna por el paraíso en la Tierra, los derechos de
Dios por los derechos del hombre, con un cristo libertador del sufrimiento y no
del pecado, un evangelio identificado con la “carta de los derechos humanos” y
puesto al servicio de la “justicia social”, reduciendo la evangelización a un
mero “diálogo” humano sin miras a la conversión, un cristianismo que
idolatrando al hombre proclame la libertad religiosa como derecho fundamental y
absoluto, es decir, la religión del hombre.
Durante el conciliábulo “Vaticano segundo”, ignorando los
propios estatutos del evento, ocultó una petición de condena al comunismo
presentada el 9 de octubre del 1965 por 454 padres conciliares de 86 países.