ANTONIETA

 

ANTONIETA – 16/10/2024

En su primera fase, la vida de esta princesa corrió feliz y brillante como un sueño dorado, en que se reunían, en la misma persona, toda la gloria del poder, todo el brillo de la fortuna y todo el encanto de una radiosa juventud. Súbitamente, sin embargo, este largo encadenamiento de venturas fue cortado por un tifón horroroso, que provocó el naufragio de la monarquía, la profanación de los altares y la derrota de una nobleza que, a través de los siglos, venía escribiendo con la propia espada las páginas más brillantes de la historia de Francia. Y en pleno desmoronamiento del edificio político y social de la monarquía de los Borbón, cuando todo el mundo sentía el suelo deshacerse bajo sus pies, la alegre archiduquesa de Austria, la jovial reina de Francia, cuyo porte elegante recuerda una estatuilla de Sèvres, y cuya sonrisa tenía los encantos de una felicidad sin nubes, bebía, con una dignidad, con una altanería, y con una resignación cristiana admirables los golpes amargos de la inmensa taza de hiel con que resolvió glorificarla la Divina Providencia. Hay ciertas almas que sólo son grandes cuando sobre ellas soplan las ráfagas del infortunio. María Antonieta, que fue fútil como princesa, e imperdonablemente liviana en su vida de reina, delante del baño de sangre y de miseria que inundó Francia, se transformó de un modo sorprendente, de la reina surgió una mártir y de la muñeca una heroína.

Representaba en su versión brillante el tipo de dama destinada a desaparecer por la acción demoledora de la Revolución. Era un modelo para un género de dama, no apenas de la corte, sino de París y de la provincia.

Representaba también el punto ideal de una evolución, en la cual los acontecimientos, las ideas y las tendencias venían, hace siglos, generando un modelo de dama. Ese modelo al final desembocó en María Antonieta, con un brillo absolutamente excepcional. Quedó colocada en la posición de figura de proa de un navío en guerra, pues era un símbolo que la Revolución necesitaba destruir.

¿Por qué ese modelo necesitaba ser destruido? Porque era un símbolo anti consensual. Los consejos que daba al rey eran anti consensuales. Por ejemplo, en aquel hecho histórico ocurrido en Versalles, durante la Revolución Francesa, en que ella aparece en un balcón del palacio delante de la turba vociferante y ante su sencillez y serenidad la multitud enmudece dando paso al grito de ¡Viva la reina!

Recordemos que ella murió en vísperas del inicio del siglo XIX, el cual presenció el nacimiento y la expansión por el mundo entero de los primeros movimientos feministas, con el surgimiento de otro modelo de mujer cada vez menos característicamente femenina. Incluso las mujeres no feministas se fueron haciendo cada vez menos femeninas.

El auge de la mujer muy femenina, con todo el charme, distinción, y también con toda la debilidad y fuerza femenina, fue María Antonieta.

Representó, por tanto, el extremo opuesto de esas prácticas antinaturales que se intensificaron hoy en día: la homosexualidad y el lesbianismo rumbo a un misterioso hermafroditismo.

A pesar de todo eso, actualmente estamos asistiendo al resurgimiento, no sólo en Francia sino en varios países más, de un cúmulo de añoranzas de esa reina.

A fenómenos de esa naturaleza la Revolución teme porque de repente ese sentimiento de admiración toma cuerpo, crece y no lo consiguen dominar…