PROFECÍA - 13/12/2024
La apostasía de
la cúpula de la Iglesia, profetizada en Fátima, la dejó en situación de Sede
Vacante desde 1958. Por tanto, ya hace 66 años que dura este calamitoso estado
de cosas como castigo para la humanidad por no haber hecho caso a los
grandiosos mensajes de Fátima ni a los transcendentales pedidos de la Señora de
todos los Pueblos en Ámsterdam.
Ni Pio XI ni
Pio XII consagraron Rusia al Inmaculado Corazón de María como Ella pidió en
Fátima. Tampoco este último atendió el mandato de la Señora de todos los
Pueblos de proclamar el quinto dogma mariano de Corredentora, Medianera y
Abogada, ni dio a conocer al mundo su imagen y su oración, que eran las
condiciones para dar la verdadera paz al mundo.
El resultado
fue que a su muerte la Unión Soviética coaccionó al recién elegido Papa con el nombre de Gregorio XVII, hasta entonces cardenal Siri, bajo la
amenaza de tirar una bomba atómica sobre el Vaticano si no renunciase, lo cual
desgraciadamente sucedió. Fue colocado en su lugar un masón llamado Roncalli y
desde entonces la fraternidad secreta de los iluminati continua la suplantación
en Roma.
Parecería a
primera vista que Dios abandonó a su Iglesia, pero resulta que la Providencia,
como suele hacer cuando las vías normales de la gracia son obstruidas, abrió un
régimen de gracias extraordinario para esta situación tan excepcional. Se trata
de la vía profética. No nos referimos al profetismo convencional, que terminó
con el Antiguo Testamento, sino al profetismo por analogía, en el sentido de
enviar al mundo a un hombre con un carisma especial para liderar la lucha de
los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas a fin de derrotar la
Revolución gnóstica e igualitaria e implantar el Reino de María profetizado por
Ella en 1917.
Efectivamente,
en 1959, al año siguiente de la apostasía vaticana, el profesor de Historia y
líder católico brasileño Correa de Oliveira publicó un pequeño libro titulado
“Revolución y Contrarrevolución” en el que explicita sintéticamente toda la
problemática de la lucha del mal contra el bien en nuestros días con una
clarividencia como nadie lo ha hecho.
El mundo, que
tan poco caso hizo a la Virgen en París, en Lourdes, en Fátima, ni en
Ámsterdam, tampoco hizo caso del hombre providencial enviado por Dios cuyo
nombre era Plinio. Así que viendo él como discurrían los acontecimientos previó
un castigo de proporciones bíblicas para toda la humanidad como Sor Lucía de
Fátima vio, como el ingeniero norteamericano
Chauncey escribió, como la abogada colombiana
Lucelly avisó y como la Señora de todos los Pueblos
confirmó en Akita en 1973. Esa es su gran profecía.
Las profecías
cuanto más grandes son más suelen tardar en realizarse. También previó un nuevo
Pentecostés para la humanidad y por supuesto el Reino de María que los que
sobrevivan verán.
Él no tenía
visiones ni revelaciones, pero sí un don del Espíritu Santo llamado
discernimiento de los espíritus, de las personas, de las naciones, de las
cosas, de los acontecimientos, de la Historia, de la Iglesia y del futuro. Dios
no abandonó a su Iglesia, que somos los fieles esparcidos por el mundo.