MEDIANERA


 

MEDIANERA – 11/02/2025

De los muchos aspectos que la devoción a la Virgen de Lourdes tiene, uno que no ha sido suficientemente acentuado es que la mediación universal de María es una verdad fundamental para la implantación de su Reino. Porque para ser verdaderamente Reina, es necesario que interceda junto a Dios todo lo que quiera, pues es de esta manera que Ella gobierna el mundo.

La Señora de todos los Pueblos, por su propia naturaleza humana como la nuestra, no tiene más poder que nosotros sobre los astros y los hombres. De manera que para ser Reina de todo el universo y dominadora terribilísima del demonio, necesita tener la gracia de Dios. Y es exactamente en cuanto punto de convergencia de todas las gracias de Dios que es Reina. Su omnipotencia ha sido muchas veces adecuadamente llamada omnipotencia suplicante, porque es por medio de la súplica que puede todo. Puede todo junto Aquel que es omnipotente, y por eso es Reina. Por tanto, el Reino de María es el reino de las súplicas que hace.

Su realeza está íntimamente relacionada con el hecho de ser canal de todas las gracias. Es Reina de todo porque todas las gracias que son dadas a los hombres son concedidas por sus manos. Todos nuestros pedidos son presentados por medio de Ella. Si todos los santos y ángeles del Cielo pidiesen algo que no fuese por medio de Ella no lo obtendrían. Ella sola pidiendo, sin ninguno de ellos, lo obtiene. El foco de la predilección divina se concentró completamente en Ella. Y se extiende después para toda la creación.

Nuestro Señor podría haber dado la estupenda fecundidad de milagros de Lourdes en un santuario de Él. Por ejemplo, en el magnífico santuario donde hizo las revelaciones a Santa Margarita Alacoque. Sin embargo, quiso que la mayor fuente de milagros de la historia se produjese en uno dedicado a Ella. Que todas esas curaciones fuesen obtenidas mediante un pedido hecho a Ella. Es decir, que todas aquellas curaciones extraordinarias pasasen por sus manos.

No obstante, nunca debemos olvidar que las enfermedades del cuerpo, en el Evangelio, son tratadas como siendo símbolos de las enfermedades del alma. Y que, así como unos sufren ceguera del cuerpo, otros sufren ceguera del alma. ¡Nuestra Señora que tanto quiso curar los cuerpos perecibles y mortales, cuánto más querrá curar las almas imperecibles e inmortales! Nuestro Señor no vino a la Tierra a salvar cuerpos, vino para salvar almas.

Hay una cierta religiosidad inclinada a pedir gracias materiales, que desdeña los favores espirituales y se impresiona mucho con los favores materiales de Lourdes. Dios concede esos favores materiales para atraer las almas hacia Él. Cuando Ella hace esas curaciones prodigiosas es para hacer comprender que es Medianera de todas las gracias. Nos libra con gusto de esos males siempre que no sean necesarios para nuestra salvación ya que si no hubiese enfermedades en el mundo el infierno estaría mucho más lleno de lo que está.