BEBIDAS


 

BEBIDAS – 13/02/2025       

La cerveza es una bebida de una psicología muy diferente del refresco común. Es varonil, agradable a la vista, tiene un gusto que se afirma, presenta variedades casi incontables. No obstante, ofrece cierto inconveniente: invita de algún modo al alcoholismo, aunque ese problema no está tanto en la cerveza como en el consumidor. Debido a su naturaleza es más sabrosa cuando se sirve helada. Por eso independientemente del objetivo de refrescarse, la mayor parte de las personas prefieren ingerirla a baja temperatura. En ella se observa alguna cosa de plebeyizante. Se puede concebir perfectamente una persona de gran categoría que beba cerveza de buen gusto, aunque se discierne un aspecto por el cual la persona siente la inclinación a beberla en cierta cantidad, que no llega necesariamente hasta la embriaguez, pero que alcanza los límites de esta. La persona tiende a gesticular mucho, cantar alto, comer demasiado y hacer cosas de ese tipo, la cuales revelan algún desequilibrio. Es necesario, naturalmente, considerar ese dato con atención.

Las bebidas no alcohólicas tienen, a su vez, una variedad incontable. En el refresco se pueden distinguir dos aspectos: primero, el gusto intrínseco de la materia prima con que es producida, segundo, el deleite que la bebida produce. Esos dos aspectos provocan efectos diversos, siendo necesario hacer la diferenciación. En los antiguos refrescos, que se generalizaron en las primeras décadas del siglo pasado, preponderaba el gusto, la delectación del sabor. Una de esas bebidas es el Guaraná. Toma el nombre de una planta original de la Amazonia. Con el polvo proveniente del fruto, se produce una bebida de color dorada, con espuma blanca, gasificada, ya en esa época todas las bebidas eran gasificadas, lo que concurría para que alcanzase un enorme éxito. Tenía dos modalidades: el espumante y el achampañado. El espumante era dulce y realmente espumaba. El achampañado exhibía una espuma mucho más discreta, semejante a del Champagne. Como el Champagne estaba en aquel tiempo en el auge de la moda, el Guaraná achampañado creaba la ilusión a quien lo bebía de que estaba tomando algo parecido al famoso Champagne, alcanzando con eso mucha difusión.

Entretanto, el triunfo de las bebidas fue alcanzado cuando surgió la Cocacola. Bastaba tomar dos o tres tragos para que no gustase. Se percibía algo deformante del buen gusto. Naturalmente, exigía ser servida a temperaturas polares. Penetró en todos los ambientes, con facilidad, con naturalidad fue ocupando todos los lugares. En fin, la Cocacola conquistó el mundo. Se benefició de una asociación de imágenes ya que cuando entró el período Cocacola, Holywood estaba decayendo y el cine europeo comenzaba a alcanzar un prestigio que no disfrutaba anteriormente. En otros términos, el monopolio del cine estaba escapando de los Estados Unidos a causa de la alta calidad técnica, artística y de argumentos más sofisticados, más trabajados, producidos por el cine europeo. Entonces la Cocacola continuó representando lo que podríamos llamar la bebida simbólica hollywoodiana. Hollywood no murió, los grandes días de Hollywood, de la decadente Hollywood, las personas aún podían percibirlos en el paladar, tomando Cocacola. Fue muy interesante ver que cuando cambió el formato de la botella uno pensaba que vendría un tipo de botella más revolucionario y todo el mundo aplaudiría, pero, al contrario, hubo como que una contrarrevolución en Cocacola. La causa de ese retroceso: la indignación. Torrentes de cartas de consumidores de todo tipo exigieron que la empresa reformulase el estilo de la botella. Se volvió entonces al estilo antiguo, el cual permanece en la actualidad.