RESTABLECIMIENTO – 22/01/2025
En la España de 1923 el general Primo de Rivera se
sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado. Poco después el rey
Alfonso XIII le nombró presidente del Gobierno.
En el manifiesto de los sublevados se invocó la salvación
de España de los profesionales de la política. Se prohibieron los partidos
políticos y se creó un Gobierno Militar cuya primera medida fue la destitución
de las autoridades provinciales y
locales que fueron sustituidas por militares con la misión inicial de
restablecer el orden público por el método expeditivo de declarar el estado de
guerra, lo que suponía la suspensión de las garantías constitucionales como la
inviolabilidad del domicilio, la libertad de reunión, asociación y la
atribución a la jurisdicción militar de los delitos políticos y buena parte de
los delitos comunes.
El restablecimiento del orden quebrantado, fue el
objetivo más inmediato. El método utilizado fue poner esa tarea en manos del
Ejército, que gozó de un poder omnímodo, no controlado por ninguna asamblea,
libre de la responsabilidad política exigible a un Gobierno parlamentario,
potenciado por la suspensión de la Constitución y la desaparición de las normas
inherentes a las libertades públicas. A partir de 1924 los gobernadores
provinciales serán sustituidos progresivamente por personal civil, aunque
algunas de sus funciones más importantes, como la censura o el orden público,
permanecieron en manos de autoridades militares. La Guardia Civil recuperó su
tradicional autonomía, y los gobernadores civiles no tuvieron mando sobre ella.
Otra de las decisiones de los militares que también tuvo
que ver con el orden público, y una de las primeras que acordó, fue un real
decreto por el que se extendió la institución catalana del Somatén a todas las
provincias de España. El Somatén Nacional, que fue el nombre oficial que
recibió, sería reclutado en el plazo de un mes por los capitanes generales,
quedando al mando de un general de Brigada. En el decreto se explicaba que el
Somatén no solo era una fuerza auxiliar para el mantenimiento del orden público
sino también un acicate de los espíritus para estimular la colaboración
ciudadana con el nuevo régimen. Era un cuerpo armado de burgueses de orden,
aunque también se integraron en él obreros procedentes de los sindicatos libres.
Tiene por lema paz, justicia y orden, que son los tres postulados de la
verdadera democracia. Tuvo un notable protagonismo en la policía de las
buenas costumbres ocupándose de establecer un determinado comportamiento cívico
conservador, con un fuerte componente religioso. En la práctica se puede
diferenciar entre el Somatén rural, dirigido a la represión de los delitos
comunes, como los hurtos, del Somatén de las milicias urbanas que actuaba bajo
la tutela del Ejército y la Policía en la represión de los delitos sociales,
como las huelgas.
Todo esto condujo a que se restableciese la paz social, desapareció
casi por completo el pistolerismo reduciéndose los 1.259 atentados de los cinco
años anteriores a tan sólo 51 en los cinco posteriores, y se redujo el número
de huelgas, a lo que contribuyó también el crecimiento económico que se vivió
en los felices años veinte.
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