CONFIANZA – 17/01/2025
En El libro de la Confianza fray Thomas de Saint Laurent
escribe: Voz de Cristo, voz misteriosa de la gracia que resonáis en el silencio
de los corazones, Vos murmuráis en el fondo de nuestras conciencias palabras de
dulzura y de paz. A nuestras miserias presentes repetís el consejo que el
Maestro daba frecuentemente durante su vida mortal: ¡confianza, confianza!
Dios se encarga de proveer nuestras necesidades y cuida
de ellas generosamente. Nos sigue con su mirada vigilante y no nos deja en la
indigencia. En medio de las necesidades materiales, aunque sean angustiantes,
no debemos perturbarnos. Con plena seguridad, esperemos de las manos divinas lo
que es necesario para el sostenimiento de nuestra vida.
Yo os digo, declara el Salvador, no os acongojéis por el
cuidado de hallar qué comer para sustentar vuestra vida, o de dónde sacaréis
vestidos para cubrir vuestro cuerpo. ¿Es que no vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo que el vestido?
Mirad como las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni almacenan
en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que
ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su estatura un
solo palmo?
Y, del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los
lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan. Pues Yo os digo que ni
Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del
campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará
mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
Así que no os preocupéis diciendo: ¿Qué comeremos, qué
beberemos o qué vestiremos? Los paganos se afanan por todo eso, pero bien sabe
vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad.
En los muchos años que San Pablo el ermitaño vivió en el
desierto un cuervo le traía cada día medio pan. Sucedió que San Antonio fue a
visitar al ilustre solitario. Conversaron largamente los dos santos, olvidados
en sus piadosas meditaciones de la necesidad del alimento. Sin embargo, pensaba
en ellos la Providencia: el cuervo vino, como de costumbre, pero trayendo esta
vez ¡un pan entero!
Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás
se os dará por añadidura. Así fue como el Salvador concluyó el discurso
sobre la Providencia. Conclusión consoladora que encierra una promesa
condicional. De nosotros depende el ser beneficiados por ella. El Señor se
ocupa tanto más de nuestros intereses cuanto más nosotros nos preocupamos con
los suyos.