CONTRARREVOLUCIÓN
– 15/01/2025
Si tal es la
Revolución, la Contrarrevolución es, en el sentido literal de la palabra, una
reacción. Es decir, una acción que es dirigida contra otra acción. Ella es
frente a la Revolución lo que, por ejemplo, la Contrarreforma fue frente a la
Pseudo Reforma.
Y de este
carácter de reacción le viene a la Contrarrevolución su nobleza y su
importancia. En efecto, si es la Revolución lo que nos va matando, nada es más
indispensable que una reacción que tenga en vista aplastarla. Ser opuesto, en
principio, a una reacción contrarrevolucionaria, es lo mismo que querer
entregar el mundo al dominio de la Revolución.
Conviene añadir
que la Contrarrevolución, así vista, no es ni puede ser un movimiento en las
nubes, que combata fantasmas. Ella tiene que ser la Contrarrevolución del siglo
XXI, hecha contra la Revolución como hoy en concreto ésta existe y, por lo
tanto, contra las pasiones revolucionarias como hoy crepitan, contra las ideas
revolucionarias como hoy se formulan, los ambientes revolucionarios como hoy se
presentan, el arte y la cultura revolucionarios como hoy son, las corrientes y
los hombres que, en cualquier nivel, son actualmente los fautores más activos
de la Revolución. La Contrarrevolución no es, pues, una mera retrospección de
los maleficios de la Revolución en el pasado, sino un esfuerzo para cortarle el
camino en el presente.
La modernidad
de la Contrarrevolución no consiste en cerrar los ojos ni en pactar, aunque sea
en proporciones insignificantes, con la Revolución. Por el contrario, consiste
en conocerla en su esencia invariable y en sus tan relevantes accidentes
contemporáneos, combatiéndola en éstos y en aquélla, inteligentemente,
sagazmente, planeadamente, con todos los medios lícitos, y utilizando el
concurso de todos los hijos de la luz.
Si la
Revolución es el desorden, la Contrarrevolución es la restauración del Orden. Y
por Orden entendemos la paz de Cristo en el Reino de Cristo. O sea, la
civilización cristiana, austera y jerárquica, fundamentalmente sacral,
antigualitaria y antiliberal.
El orden nacido
de la Contrarrevolución deberá refulgir, más aún que el de la Edad Media, en
los tres puntos capitales en que éste fue vulnerado por la Revolución: 1 - Un
profundo respeto de los derechos de la Iglesia y del Papado y una
sacralización, en toda la extensión de lo posible, de los valores de la vida
temporal, todo ello por oposición al laicismo, al interconfesionalismo, al
ateísmo y al panteísmo, así como a sus respectivas secuelas. 2 - Un espíritu de
jerarquía marcando todos los aspectos de la sociedad y del Estado, de la
cultura y de la vida, por oposición a la metafísica igualitaria de la
Revolución. 3 - Una gran diligencia en detectar y en combatir el mal en sus
formas embrionarias o veladas, en fulminarlo con execración y nota de infamia,
en reprimirlo con inquebrantable firmeza en todas sus manifestaciones,
particularmente en las que atenten contra la ortodoxia y la pureza de las
costumbres, todo ello por oposición a la metafísica liberal de la Revolución y
a la tendencia de ésta a dar libre curso y protección al mal.