REYES –
06/01/2025
En el bonito
cuadro de la adoración de los Reyes Magos pintado por Andrea Mantegna hay que
considerar el valor que tienen las cosas de carácter simbólico y representativo
en los planes de la Providencia.
No hay ningún
comentarista de la adoración de los Magos que no diga que era conveniente que
viniesen a adorar a Nuestro Señor para representar los diversos pueblos de la
gentilidad que desde el comienzo se aproximaron a su cuna. Y era conveniente
también que fuesen magos, para representar toda la sabiduría antigua rindiendo
homenaje al Señor.
La palabra mago
designa aquí a un hombre de una sabiduría extraordinaria, relevante, venidos de
todas partes para adorarle.
El hecho de que
fueran reyes la gente de espíritu igualitario suele ponerlo en duda. Pero la
cristiandad, basada en una tradición venerable, siempre los consideró reyes.
Esa tradición es de tal manera continua, y que además tiene consonancia con
trechos de la Escritura que hablan de reyes venidos de lejos para adorar al
Mesías, que merece creerse al no haber ningún motivo para que no fuesen reyes.
Se comprende
que a los republicanos revolucionarios les incomode que hombres, con una
profesión como la de reyes, hayan sido llamados a adorar a Nuestro Señor desde
niño. Pero es totalmente razonable por lo que no se deben tener dudas al
respecto.
De cualquier
manera, aquí están hombres de varias razas, inclusive un negro, representando a
todo el mundo antiguo, la sabiduría antigua homenajeándole con los conocidos
oro, incienso y mirra.
¿Pero
representando a qué título y de qué manera? Casi nadie supo que ellos iban, no
recibieron ningún encargo de ir y, no obstante, eran una verdadera
representación. Porque la razón por la que fueron no era de carácter individual
sino era una razón de representación.
Se ve por tanto
que se trata de algo simbólico. Ellos representaban esos pueblos porque Dios
quiso que los representasen, y que fueron allí porque Él les llamó como
representantes. Quiso tener representantes de esos pueblos, los escogió y la
representación quedó hecha. Fue suficiente, con su carácter simbólico, a pesar
de no haber votación de ningún tipo, ninguna delegación acreditada a los pies
del Niño Jesús.
Y el hecho de
haber allí uno de cada uno de esos pueblos, constituía, en el orden absoluto y
profundo de los acontecimientos una verdadera representación. Allí, realmente,
ellos estaban representándolos y tenía un valor en los planes de la
Providencia. Eran solo tres, pero esos tres representaban algo en los planes de
Dios.
Algo parecido a
eso encontramos a los pies de la Cruz. Nuestra Señora, San Juan y las santas
mujeres también estaban representando todo lo que había de bueno y fiel en el
género humano, en el pasado, en el presente y en el futuro, a los pies de la
Cruz. Ellos estaban representando a sus congéneres por selección y elección
divina.