CONSTANTINIZACIÓN – 07/01/2025
Fue el Papa San Silvestre I quien presidió el nacimiento
de la Iglesia fuera de las catacumbas, como un sol que nace, y bajo sus
directrices e inspiración comenzó la llamada constantinización de la Iglesia.
Hubo un edicto de Constantino que concedió libertad a la
Iglesia Católica. Así que la Iglesia comenzó a instalarse en Roma y el Emperador
queriendo enriquecerla con un lujo que reparase los años de inmerecida miseria
que había pasado en las catacumbas le dio un palacio para Basílica que es hoy
la iglesia de San Juan de Letrán, en la foto. Después comenzó a dar honras
especiales a los obispos, así como a proporcionar todo el esplendor a los actos
de culto dada su presencia personal en ellos. La Iglesia pasó a estar unida al
Estado.
Por tanto, la constantinización tiene dos principios, uno
de orden político, según el cual siendo la Iglesia Católica la única verdadera
debe recibir del Estado la protección, el apoyo, el respeto y las honras que se
tributan a lo que es divino. La Iglesia es una entidad más noble que el Estado.
San Gregorio decía que la Iglesia es como el sol y el Estado como la luna. Y
así como la luna recibe toda su luz del sol, el Estado recibe toda su
luminosidad de la Iglesia. El otro principio es el de que las cosas terrenas
espléndidas, magníficas, fueron hechas sobre todo para el culto a Dios más que
para el uso de los hombres. De tal manera que los inciensos mejores, los
tejidos más estupendos, el oro y la plata más puros, los materiales más lujosos
deben emplearse principalmente para el servicio de Dios y secundariamente para
el adorno de la vida humana.
Lo contrario de la constantinización es el miserabilismo el
cual sustenta que la Iglesia no debe ser oficial, debe ser “humilde”, debe ser
una sociedad particular como otra cualquiera, no debe gozar de honras ni de
protección. Es la mentalidad de Judas Iscariote juzgando que como los pobres no
pueden tener eso, nadie lo debe tener, ni Dios. Es el igualitarismo más
monstruoso porque quiere establecer la igualdad entre los pobres y Dios. Esta
actitud representa en el fondo una posición de aniquilamiento. Es para privar a
la Iglesia de todo el prestigio que merece, para arrancar de los ojos del
pueblo la fe que le lleva a tributar a la Iglesia todas esas honras. Es para
eliminar todo tipo de arte y de belleza, no solo de la Iglesia sino también de
la vida social. Eso equivale a reducir el culto y la sociedad temporal al
estado salvaje porque quien habita en los antros es un salvaje. Es una forma de
extrema decadencia lo que con eso se prepara.