AMBIENTE

 

AMBIENTE – 27/01/2025

El perfil expresivo de ese hombre recostado en su sillón conserva restos de la fuerza de otrora. Algo de imponderable y muy nítido hace ver que se trata de una persona gastada, un anciano tal vez o alguien que se encuentra en la orla de la ancianidad y que la enfermedad o las añoranzas consumieron precozmente. Alrededor de él y sirviéndole de moldura cuanta cosa habla por la voz de los objetos apaciblemente caseros en esa penumbra acogedora, hecha de sombras fraternalmente armonizadas con el espléndido chorro de luz matutina. En una palabra, cuánto ambiente puede haber en un simple cuarto de anciano.

Desde ese sillón hecho para el reposo con dignidad, ese hombre, inundado por una luz que brilla sin quemar, ve por la ventana ampliamente abierta todo un panorama. Situación propicia para considerar con distancia y por encima de las personas, las cosas, el pasado y la vida. Precisamente las grandes consideraciones son la distracción de los ancianos, el fruto más alto de su experiencia y su mejor preparación para la eternidad.

Tales reflexiones exigen un hábitat lleno de quietud en que el alma pueda volar para las altas regiones y las cosas sirvan amablemente al cuerpo para que él no las perturbe. Los ojos pueden posar distendidos en esas penumbras bizarras y amigas en que los objetos familiares hacen patente una belleza sin pretensiones y afable. Sobre una fuerte mesa de madera tallada, un panecillo que sobra de la última comida, una jarra pintoresca, unas grandes flores un poco rústicas. Todo es decente, agradable, serio y tal vez ameno. Y cuando el alma cansada de consideraciones más altas, quiere distraerse, tiene realmente con que entretenerse. Tiene el gatito que representa en la foto el factor de vivacidad, gracia y fantasía. Tiene el suelo de piedra o baldosas, cuyos rectángulos quebrados tienen tanta gracia a la luz del sol, tiene la mesa que evoca tantas comidas familiares de otros tiempos, tiene las flores que constituyen una nota de animación y alegría, tiene cada una de esas cosas y mucho más que eso, tiene el conjunto de todas ellas, esto es, tiene ambiente…

Nada de super limpio, ni super arreglado, ni pretende parecer más rico de lo que es.

Las cosas son lo que son, forman una atmósfera cargada de significados morales, tan provechosa para el alma como para el cuerpo el aire libre y el sol que el anciano parece absorber a grandes tragos.