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ALERTA - 09/11/2024

Hay que estar alerta ante la deriva totalitaria de la banda ultraizquierdista que ocupa el poder en España ya que existe el peligro de que acaben empujándonos a una guerra civil tal como hicieron en 1936.

El libro titulado “Historia de la persecución religiosa en España, entre 1936 y 1939”, de Antonio Montero, publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos en 1961 y nunca reeditado, aborda en el contexto de la guerra civil como en la zona republicana comunistas y socialistas desencadenaron una de las mayores persecuciones religiosas de la historia desde los tiempos del Imperio Romano, superior incluso a la Revolución Francesa.

El detallado estudio identificó a un total de 6.832 víctimas religiosas asesinadas, de las cuales 13 eran obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos y 283 religiosas como las monjas Adoratrices que aparecen en la foto el 10 de noviembre de 1936 caminando hacia las tapias del cementerio de la Almudena de Madrid donde las 23 integrantes de su comunidad fueron fusiladas.

Con posterioridad han aparecido nuevas investigaciones de masacres locales de tal manera que actualmente la lista nominal de religiosos asesinados se eleva a 7.800. Además, hubo unos 3.000 seglares asesinados por las mismas razones, así que el número total supera ampliamente los 10.000, de los cuales no pocos fueron torturados de las peores formas posibles. La Iglesia Católica, considerando que estas víctimas lo fueron a consecuencia de su fe, las definió como mártires.

La obsesión por acabar con la Iglesia se demuestra con la destrucción del patrimonio religioso. Auténticas obras de arte, bibliotecas, documentos y hasta 20.000 iglesias de incalculable valor fueron destruidas o quemadas. Muchas de ellas lo fueron antes de la guerra. Se conservan numerosas fotos de milicianos profanando iglesias, quemándolas, posando sacrílegamente con los ornamentos litúrgicos o con los cuerpos exhumados de sacerdotes y religiosas.

El 8 de agosto de 1936 el líder marxista Nin decía en un discurso: “El problema de la Iglesia nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz, hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto”.

El diario Solidaridad Obrera de Barcelona el 15 de agosto de 1936 escribía: “Hay que extirpar a esta gente, la Iglesia ha de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo”. Y el 25 de mayo de 1937 se reía de la libertad de culto porque ya no se veían curas ni había iglesias que no hubiesen sido destruidas o confiscadas. “No hay un templo en pie ni un altar donde colocar un cáliz”, concluía.