TÁCTICA –
20/09/2024
La alemana
Rebecca Sommer era activista a favor de la inmigración hasta que después de
tres años de experiencia quedó totalmente desengañada y decidió marchar a
Polonia por considerar su país ya perdido para la civilización.
Explica que la taqiyya
es la táctica de infiltración musulmana en países de conquista. Significa
“hacer trampa” y da permiso a los musulmanes para no ser sinceros y hacerse
pasar por no musulmanes. Pueden engañar y mentir a los que ellos consideran
infieles. Mentir no está mal, si esta táctica trae algún beneficio a la
expansión musulmana, y entre ellos nadie tiene por qué avergonzarse de eso.
Para beneficio del islam todo vale. Se puede fingir amistad o amor siempre que
no lo sientan en sus corazones. Están libres de cualquier responsabilidad con
los no son musulmanes. Así es que llegan contando historias totalmente falsas
de sus terribles calamidades para dar pena a los europeos estúpidos que se las
creen. Son conscientes de que vienen a colonizarnos porque para ellos el mundo
está compuesto en dos partes, la ya conquistada y la que tienen que conquistar.
Consideran a
las mujeres occidentales infieles rameras y cuando se encuentran solos con
ellas no tienen ningún inconveniente en violarlas.
Pueden hacer
cualquier juramento, incluso en nombre de Alá, porque Alá ha dispensado a sus
fieles de los juramentos hacia los “incrédulos”. Permite a un musulmán actuar
como si no lo fuera. Pueden decir y hacer cualquier cosa para ganarse la
confianza de una persona o de un país, incluso comer platos “impuros” o tomar
bebidas alcohólicas. En el
óleo de Vicente Barneto, Isabel y Fernando aceptan la rendición de
Granada.
Ocultan cuánto
rechazan nuestro sistema de valores y nuestra sociedad, aunque hay excepciones
individuales que confirman la regla general.
Según su
mentalidad lo que cuenta es la fuerza y si ayudas a alguien desinteresadamente
te estás comportando como un tonto y por eso nos consideran una sociedad débil
de la que se pueden aprovechar y conquistar.
El hecho de que
en España un siglo después de terminada la Reconquista la mayoría de la
población morisca continuase siendo un grupo social aparte, sumada a la
rebelión de las Alpujarras y a la complicidad con las numerosas incursiones de
los piratas berberiscos que asolaban toda la costa mediterránea, hacía que esa
quinta columna del poderío turco constituyese un peligro para la Corona
española, por lo que el rey Felipe III, a instancias del arzobispo de Valencia
Juan de Ribera, decretó su expulsión.