ASUNCIÓN

 

ASUNCIÓN – 15/08/2025

Assumpta est Maria in Caelum, canta la Iglesia en los salmos… y se extendió por toda la Tierra, como un perfume, la devoción a la Señora, que era una quintaesencia de su presencia en la Tierra. Celebramos hoy la fiesta de la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma.

El dogma de la Asunción declarado por Pio XII el 1 de noviembre de 1950 fue ardientemente deseado por las almas católicas del mundo entero. A partir de esa fecha, en las apariciones de Ámsterdam, Ella habla del quinto y último dogma mariano pidiendo que fuese proclamado antes de 1960. Cuando esto se haga Ella promete dar la verdadera paz al mundo. El cuarto dogma es una afirmación más sobre la Madre de Dios que le coloca completamente por encima de cualquier otra mera criatura y justifica el culto de hiperdulía que la Iglesia le tributa.

Su muerte suavísima, tanto que es calificada por los escritores, con una propiedad de lenguaje muy bonita, la dormición de la Bienaventurada Virgen María, Dormitio Beatae Mariae Virgine, indicando que tuvo una muerte tan leve, tan próxima de la resurrección, que, a pesar de constituir verdadera muerte, es más parecida a un simple sueño.

Después de la muerte resucitó como Nuestro Señor Jesucristo, fue llamada a la vida por Dios y subió a los Cielos en presencia de todos los Apóstoles allí reunidos y de muchos fieles. Podemos imaginarles todos arrodillados, con expresiones de personajes de Fray Angélico, rezando en un ambiente con algo de inefablemente noble, sublime, recogido, interior. El cielo llenándose gradualmente de ángeles, tomando los coloridos diversos, con matices e irradiaciones magnificas, un espectáculo absolutamente incomparable. Ella se pone de pie mientras el respeto de todos aquellos que están allí va creciendo. La semejanza física de Ella con Nuestro Señor Jesucristo, su Hijo, se va acentuando cada vez más. La gloria de Nuestro Señor transfigurado se va comunicando a Ella, cada vez más Reina, cada vez más majestuosa, cada vez más Madre. Todo lo más íntimo de su alma manifestándose de modo supremo en esa hora de despedida.

En la Tierra, aquella maravilla va mudando, y vuelve al aspecto primitivo. Los hombres vuelven a sus casas con la sensación que tuvieron en la Ascensión de Nuestro Señor. Al mismo tiempo están maravillados, con una nostalgia sin nombre, desolados, por un lado, pero llevando en la retina algo que nunca habían visto, ni podrían haber imaginado de la Santísima Virgen.

Esa Asunción representa para Ella una verdadera glorificación a los ojos de toda la humanidad hasta el fin del mundo, así como un anticipo de la glorificación que deberá recibir en el Cielo.

La Iglesia triunfante entera le recibe con todos los coros angélicos, Nuestro Señor Jesucristo le acoge, San José asiste a la escena, después es coronada por la Santísima Trinidad como Corredentora, Medianera y Abogada. Es su glorificación a los ojos de toda la Iglesia triunfante y de toda la Iglesia militante.

Ciertamente en ese día, la Iglesia purgante también recibió una efusión de gracias extraordinarias. Y no es temerario pensar que casi todas las almas que estaban en el Purgatorio fueron entonces liberadas por Ella, de manera que allí hubo igualmente una alegría enorme.

Algo de eso se repetirá cuando sea instaurado el Reino de María, cuando veamos todo el mundo transformado y la gloria de la Señora de todos los Pueblos brillar sobre la Tierra.