BERNARDETTE –
16/04/2025
Hoy celebramos
a fiesta litúrgica de Santa Bernardette Soubirous, la vidente de las 18
apariciones de Lourdes, fallecida el 16 de abril de 1879 en la enfermería de la
Santa Cruz del convento en Nevers, donde profesó como religiosa y en el cual su
cuerpo permanece incorrupto.
En su foto
vemos una aldeana vestida con decencia y sensata simplicidad, en la cual se
nota una compostura que se hace patente en la mirada serena, firme, profunda,
pura y equilibrada hasta el más alto grado. Ella no es burguesa, no quiere ser
burguesa, no quiere parecer burguesa ni quiere extinguir la burguesía, pero
pocas burguesas, y hasta pocas princesas tienen tanta dignidad y decoro
personal.
La vida de
cualquier santo es una maravilla única y siempre sorprendente, siempre que su
vida sea bien escrita. Así fue la vida de Bernardette.
Nacida en una
familia humilde, de padre molinero y madre costurera, no se preocupaba con la
opinión del mundo. Parecía pensar: Yo soy así y hago esto porque cumplo mi
deber, porque la Santa Iglesia Católica lo manda y si hay a quien no le gusta
peor para él porque esto es exactamente así.
Pero su actitud
era diferente cuando se trataba de las autoridades legítimas. En estos casos,
manifestaba la mayor obediencia y respeto. Porque en eso percibía que hay un
principio sobrenatural, y no un factor meramente humano. Con esos factores
humanos era indiferente, pero con las cosas de índole religiosa, que vienen de
Dios, manifestaba todo el respeto debido.
Ella que
humanamente era muy poca cosa, tanto intelectualmente como físicamente,
agradecía a Jesús todas las cruces que le enviaba, sus limitaciones, las
persecuciones, desprecios, burlas, enfermedades, pobreza, arideces
espirituales, etc.
Tuvo una gracia
incomparable al aparecérsele la Inmaculada indicando dónde tenía que
escarbar para que saliese el agua que brota hasta nuestros días operando
curaciones milagrosas. Fue, por tanto, a partir de las revelaciones hechas a
ella que Nuestra Señora inauguró una serie de maravillas extendiendo su
devoción por todo el mundo. Ella, tan limitada, pobre, plebeya, fue el ventanal
por donde quiso entrar ese rayo de sol al mundo contemporáneo, ya en su época,
tan orgulloso, tan lleno de incredulidad, tan adelantado en el proceso de la
Revolución gnóstica e igualitaria. Para todas esas cosas sublimes fue escogida
esa persona tan insignificante.
Su vida tuvo
varias características importantes, una de ellas era su mirada y su actitud
durante las apariciones, que convirtió a innumerables personas. Muchos se
convirtieron solamente con verle hacer la señal de la cruz, que aprendió a
hacer directamente con Nuestra Señora, modelo supremo de amiga y adoradora de
la cruz de Jesucristo. La Señora adquirió un amor al sufrimiento y a la cruz de
Cristo, que algo de la unción de Ella se transmitía a la santa cuando se
santiguaba. Con esa señal, que tantas veces se hace de un modo banal, sin darle
la debida importancia, ella durante toda su vida edificó a quienes le veían
persignarse.
En ese episodio
se puede ver la grandeza del gesto, y como las virtudes de la Señora de todos
los Pueblos se comunican a sus devotos, que inhalan aquello que está en Ella,
pues hay una comunicación verdaderamente admirable.