MAGNO –
12/03/2025
En las notas
biográficas de William
Duckett sobre San Gregorio Magno encontramos una muy merecida consideración de
que fue el verdadero fundador de la Edad Media, porque notamos en los trazos de
su vida extraordinariamente rica, que, de algún modo, acababa de cerrarse la
última rendija de la puerta que nos separaba de la antigüedad pagana y, por
otro lado, abre la puerta a la edad nueva que iba a nacer.
Combatió los
restos del paganismo. Determinó que los últimos templos paganos existentes no
fuesen destruidos sino transformados para el culto católico. Exterminó el
arrianismo, que era una plaga que provenía aún del tiempo del Imperio Romano de
Occidente.
Acabó con la
inmoralidad y otros inconvenientes heredados de la era antigua, y aparece como
el constructor de la era nueva, fundando conventos, uno de los hechos más
característicos del comienzo de la Edad Media.
El gran Papa,
doctor de la Iglesia, político eminente, con la fundación del canto gregoriano
dio propiamente voz a la Edad Media. Porque el gregoriano fue la gran voz
cantante de la Edad Media, indudablemente. Y dio su carácter a la vida
benedictina, que San Benito había inaugurado, pero que aún no había tomado su
sello de firmeza y definición que tomó con él.
También es
admirable su sentido misionero. Fue de los que lanzaron la idea de las misiones
en Inglaterra e Irlanda. Y de allí, luego, el reflujo de la gran corriente de
misioneros volviendo al continente para abrir el camino en la Germania. Es
decir, se le ve echar las semillas de la Edad Media. Al mismo tiempo, trata
inútilmente de la gran llaga de la cristiandad en aquel tiempo: el Imperio
Romano de Oriente cada vez más tendente al cisma. Ese imperio se tambaleaba
entre la herejía y la verdad católica. Por fin, acabó derrumbándose. Pero fue
él quien intentó sustentar ese muro de la ciudad de Jesucristo, que amenazaba
caer y se ve un ejemplo más de la suma ingratitud de Bizancio ante el celo de
los Papas. Hombres como él llegan incluso a ser bien vistos allí y a conquistar
influencia, pero no consiguen arrancar a la ciudad maldita, la ciudad
pervertida, de su inmoralidad, de su molicie, de su imprevisión y de su
tendencia a la herejía.
Así pues, se
puede decir que todos los grandes problemas de la época pasaron por la mente de
ese gran hombre. Él los analizó, los enfrentó, y al mismo tiempo escribió obras
que fueron pilares del pensamiento medieval. Vida admirable, toda vuelta al
servicio de la Iglesia católica y de la civilización cristiana.
¿Qué diría San
Gregorio si resucitase hoy? ¿Qué dirá desde lo alto del Cielo de este mundo de
hoy, tan diferente del mundo que conoció? Él vivió en una época dura, de
desorden, época hasta con crímenes aberrantes. Pero era un pueblo que, aunque
participaba de los males de ese tiempo, también aclamaba a un santo como Papa,
el santo huía del papado y el pueblo iba tras él para colocarlo en el papado.
Era un pueblo capaz de discernir a un santo de quien no era santo y capaz de
preferir al santo en lugar de a quien no era santo.
Pidámosle hoy,
aniversario de su fallecimiento en el año 604, que nos ayude a conseguir que
nuestra época, después de los castigos purificadores por los que debe pasar, se
transforme en una nueva Edad Media, aún más refinada. Pedido que comprenderá,
él que fue uno de los fundadores de la gloriosisima Edad Media.