ROMANA –
10/03/2025
Santa Francisca
Romana de noble y rica familia, fundó las Oblatas de María en Roma el año 1433.
Ernest Hello, en su obra “Fisonomías de santos”, escribe que su vida reside en
sus visiones y las más características son las del infierno. Innumerables
suplicios, variados como los crímenes, le fueron mostrados en general y en los
detalles.
Vio el oro y la
plata derretidos, acumulados por los demonios en las gargantas de los
avariciosos. Las jerarquías de los demonios, sus funciones y los crímenes que
presiden. Lucifer, consagrado al orgullo, jefe general de los orgullosos, rey
de todos los demonios y de todos los condenados. Ese rey es mucho más
desgraciado que todos sus súbditos.
El infierno
está dividido en tres partes: el infierno superior, el medio y el inferior.
Lucifer está en el fondo del infierno inferior. Bajo él, jefe universal, se
encuentran subordinados a él tres jefes a cargo de los demás. Asmodeo, que
preside los pecados de la carne, era un querubín. Mamón, que preside los
pecados de la avaricia, era un trono. Belcebú preside los pecados de la
idolatría. Belcebú es particular y especialmente el príncipe de las tinieblas.
Es torturado por las tinieblas y es por medio de ellas que tortura a sus
víctimas.
Una parte de
los demonios queda en el infierno, otra reside en el aire y otra reside entre
los hombres, buscando a quien devorar. Los que quedan en el infierno dan sus
órdenes y envían sus diputados, los que residen en el aire actúan físicamente
sobre las perturbaciones atmosféricas y telúricas, lanzan por todas partes
malas influencias, apestan el aire física y moralmente. Su finalidad principal
es debilitar el alma. Cuando los demonios encargados de la Tierra ven un alma
debilitada por la influencia de los demonios de los aires, le atacan en su
desvanecimiento para vencerla más fácilmente. Le atacan en el momento en que
desconfía de la Providencia. Esta desconfianza que los demonios del aire son
especialmente inspiradores preparan el alma para la caída que los demonios de
la Tierra le van a solicitar. A partir del momento en que esté enflaquecida por
la desconfianza, le inspira el orgullo, en el que tanto más fácilmente cae,
cuanto más débil se encuentre. Cuando el orgullo le haya aumentado la flaqueza,
llegan los demonios de la carne que le insuflan su espíritu, que le enflaquecen
aún más, después vienen los demonios encargados de los crímenes monetarios. Y
cuando estos demonios le hayan disminuido todavía más la capacidad de
resistencia, aparecen los demonios de la idolatría que completan o rematan lo
que los otros comenzaron. Así es una crisis espiritual completa.
Todos se
combinan para el mal y aquí se tiene el proceso de la caída: todo pecado que se
comete arrastra a otro pecado. La idolatría, la magia y el espiritismo aguardan
en el fondo del abismo a quienes de precipicio en precipicio se deslizan poco a
poco.
Todas las cosas
de la jerarquía celeste son parodiadas en la jerarquía infernal. Ningún demonio
puede tentar sin permiso de Lucifer. Los demonios que están en el aire o en la
Tierra no sufren actualmente la pena del fuego, pero tienen otros suplicios terribles,
especialmente viendo lo que hacen los santos.
Si un alma se
salva, el demonio tentador es escarnecido por los otros y llevado ante Lucifer
que le infringe un castigo especial, pero si consigue perder un alma, pasa a
tentar a otro hombre más hábilmente que antes, dada la experiencia adquirida.