PRESENTACIÓN


PRESENTACIÓN – 01/02/2025

Mañana se celebra la fiesta de la Presentación y también la Purificación de la Virgen, llamada fiesta de la Candelaria.

María y José llevaron a Jesús al templo y según la costumbre ofrecieron como sacrificio un par de tórtolas. En Jerusalén había un hombre justo y piadoso llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel al que el Espíritu Santo había revelado que no moriría antes de haber visto al Salvador. Movido por el Espíritu, acudió al templo y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, le tomó en brazos bendiciendo a Dios y dijo: Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado para todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María: Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, para ser señal de contradicción y a ti una espada te atravesará el alma a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.

Quiso la Divina Providencia que, entre todas las naciones católicas, España brillase especialmente por la peculiar imitación de esta perfección de Nuestro Señor Jesucristo, proclamada por el profeta. Tal fue la España de la Reconquista, de la Contrarreforma, de la evangelización de América, de San Fernando rey, Santo Domingo, San vicente Ferrer, San Ignacio, Santa Teresa, San Pedro de Alcántara, San Francisco Javier y tantos otros grandes santos y santas, continuadores espirituales del apóstol Santiago y de su máxima: vuestro modo de hablar sea sí, sí, no, no.

El fresco muestra la presentación del Niño Jesús en el templo, ejecutado sobre 1305 por el famoso Giotto, en la Capilla de la Arena en Padua y cuya restauración se concluyó hace algunos años. En él aparecen Nuestra Señora y San José en un lado y en el otro el profeta Simeón. Atrás, se puede observar a la profetisa Ana. La parte central de la escena se representa al estilo medieval una dependencia del templo de Jerusalén. El aspecto de la pintura que interesa sobre todo es la actitud de San José y de Nuestra Señora. Quien presentó el Divino Infante al profeta fue Ella y está con las manos en una actitud de quien acaba de entregar al Niño, o preparada para recibirlo. Fue entonces cuando le predijo su misión Corredentora, simbolizada por la espada que le traspasaría el alma. San José, recogido modestamente en segundo plano, acompaña la escena. Es curioso cómo se nota la atmósfera de santidad y pureza dominando todo. El propio templo deja traslucir algo de esbelto y virginal. Todo lo que el artista pone como fondo, medio azulado y con ramas que parecen ser hojas de una vegetación, se delinea sobre un cielo también con predominio del azul. Pero todo el colorido es un poco oscuro, poniendo muy de relieve la parte central del tema: el Niño Jesús, es el foco de luz, el profeta Simeón y Nuestra Señora. Ya envueltos en una atmósfera un poco menos luminosa se encuentran San José y la profetisa Ana.