GORETTI

 

GORETTI – 05/07/2024

La italiana María Goretti nació en 1890 en el seno de una familia humilde. Asistía semanalmente a la catequesis y cuando recibió la primera comunión hizo firme propósito de morir antes que pecar. En la foto en la propiedad de los Condes Mazzoleni cerca de Roma.

Alessandro Serenelli era un joven de 20 años que trabajaba en la misma finca que tras intentar inútilmente conquistarla pretendió violarla cuando ella apenas tenía 12 años. Ella se resistió por lo que le asestó 14 puñaladas.

Cuando estaba en el hospital, un sacerdote que le confesó le preguntó si perdonaba al asesino, a lo que respondió: Sí, claro que le perdono, le quiero en el Cielo conmigo. Esta es la bondad católica que en nada se opone a la firme condenación del error. Ella quería a ese hombre bestial regenerado y en el Cielo. No lo quería no regenerado, porque entonces sería liberalismo.

Al día siguiente falleció. Prefirió la muerte antes que ceder. El resultado es que murió, aún niña, mártir de la pureza. 

Fue canonizada por el Papa Pio XII en 1950 y su memoria exhala hasta hoy un perfume de los más bellos aspectos de la pureza, que es la pureza y el holocausto, la pureza y el sacrificio. Morir para conservar la castidad, amar la castidad hasta llegar a morir por ella, tener una muerte que es la más alta expresión de la pureza de su propia alma, es exactamente una hermosura moral digna de esta escuela única de todas las hermosuras morales, perfectas y acabadas, que es la Santa Iglesia Católica.

Serenelli fue condenado a 30 años de prisión manteniendo una actitud rebelde y problemática. Después de 6 años tuvo una visión de Marieta, como él la llamaba, en la que estaba en un bello jardín y le ofreció 14 lirios, uno por cada puñalada que le dio. Después de esa visión se trasformó en un prisionero ejemplar y tras cumplir 25 años de condena fue liberado por buena conducta. La visión de la santa apaciguó su tempestad. Recuerda a Nuestro Señor cuando mandó parar a la tempestad y los Apóstoles comentaban: ¡Los vientos y los mares le obedecen!

Pasó el resto de su vida como jardinero y portero de un convento de capuchinos. A los 88 años, antes de morir tranquilamente, recibiendo los santos sacramentos de la Iglesia y el consuelo de los que le rodeaban, reiteró la visión que tuvo y contó que también se le apareció otra vez prometiéndole el Cielo. Primero los lirios y después el Cielo. Esto hasta se parece a la muerte de Nuestro Señor cuando dijo al buen ladrón: hoy estarás conmigo en el Paraíso. Ese criminal vulgar que pusieron junto a Nuestro Señor, se arrepintió y Él le hizo el primer santo canonizado. Así también María Goretti, desde lo alto de su cruz, de lo alto de su sufrimiento, de su holocausto, dijo también: yo quiero a este hombre en el Cielo conmigo. Tal vez ella ni hubiese oído hablar aún de ese último lance de la Pasión, pero como tenía alma católica, puesta en circunstancias parecidas a las de Nuestro Señor, apuñalada, que debía conservar en su memoria la fisonomía horrenda de ese monstruo de la impureza, dice: claro que le perdono y lo quiero conmigo en el Cielo. El resultado es que le llevó al Cielo. Una maravilla, la suma intransigencia junto a una completa dulzura. Pasó a ser considerada principalmente intercesora para conseguir el perdón de los pecados carnales.