ECLIPSE

 

ECLIPSE – 02/07/2024

En 1846 Nuestra Señora se apareció cerca del poblado francés de La Salette a dos pequeños pastores, Melania y Maximino. La bella dama, como la llamaban los niños, anunció que la Iglesia sería eclipsada mostrando una actitud de profunda tristeza, pidiendo oraciones y penitencia para evitar que el brazo de su Hijo cayera sobre la humanidad pecadora.

Ambos tuvieron que sufrir indecibles persecuciones por parte del clero, proporcionales a las serias denuncias que transmitieron contra los responsables de la situación en la Iglesia: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del anticristo”.

He aquí algunos de los castigos que sucedieron. El obispo Genouilhac murió loco jugando con muñecas de niñas. Su sucesor, Monseñor Fava, aparentó atender los mensajes, pero los torció y falseó según su fantasía, entorpeciendo que llegaran al mundo. Lo encontraron muerto en el suelo de su dormitorio con el cuerpo enormemente convulsionado. En su funeral el féretro cayó del catafalco estrepitosamente de forma misteriosa causando terror en los asistentes. Cuando el arzobispo de París, Monseñor Darbois, se burlaba de Melania ella le predijo que dentro de poco sería fusilado. Efectivamente, tres semanas más tarde caía bajo una granizada de balas durante la guerra franco prusiana.

Por tanto, Ella adopta una posición muy similar a la de los contrarrevolucionarios. Nuestro papel es difícil, porque siempre es difícil prever y anunciar castigos a una humanidad que sólo piensa en disfrutar de la vida. No es de extrañar que muy pocas personas estén dispuestas a creer y seguir nuestras perspectivas políticas y religiosas sobre los acontecimientos, lo que demuestra una victoria cada vez mayor de la Revolución. No quieren escuchar nada sobre el gran castigo que Dios tiene preparado. Igual que la propia Virgen trajo un importante mensaje y no fue aceptado, no sorprende que nuestras advertencias tampoco sean bien recibidas.

Esto es característico de todas las épocas que toman un camino equivocado. Cuando la gente oye a alguien hablar de que se han extraviado, no escuchan. Por esta razón vienen los grandes castigos. Si la gente escuchara, se convertirían y se evitaría el castigo. Precisamente porque sus almas no son receptivas al mensaje, la catástrofe se vuelve inevitable. El hecho de que no crean en los mensajes de la Señora de todos los Pueblos es la prueba de que esos castigos vendrán. Ya comenzaron a venir. La guerra franco prusiana de 1870 fue el prenuncio de la guerra de 1914, porque era la rivalidad franco alemana que iba a llegar a su apogeo y la Segunda Guerra Mundial tuvo la plenitud que todos conocen. El eclipse de la Iglesia desde 1958 es un castigo de proporciones bíblicas y ahora todo indica que con la invasión rusa de Ucrania y la consecuente guerra en el próximo Oriente estamos presenciando el inicio de la Tercera Guerra Mundial.