ISABEL


 

ISABEL – 07/07/2025

En la vida de Santa Isabel de Portugal, hay aspectos que nos permiten trazar un paralelismo entre el verdadero sentido católico de su vida y cómo la antiglesia prevostiana la presentaría.

Era hija del rey Pedro III de Aragón. Todo el tiempo que su vida de princesa le dejaba libre lo empleaba en obras de piedad y de caridad con los pobres.

A la edad de 12 años fue desposada con el rey de Portugal. No teniendo libertad de escoger su vocación, se sometió serenamente a las obligaciones impuestas a las personas de su rango y se dispuso a continuar la tarea de su santificación.

Su vida era extremadamente austera y metódica, dividiéndose entre sus obligaciones de estado, oración y algún trabajo útil. Nunca se le vio ociosa.

Dios le recompenso con el don de los milagros. Entre las muchas curaciones está la de una ciega de nacimiento.

La vida desordenada de su esposo, el rey, le entristecía mucho pero nunca se quejó. Sus oraciones fueron atendidas y tuvo la alegría de observar su lenta conversión. Arrepentido de sus pecados, murió bien.

Inmediatamente después se retiró al convento de Clarisas en Coímbra que ella misma había edificado, pero la superiora no la admitió indicándole que su lugar estaba en el mundo.

Hizo una peregrinación a pie a Santiago de Compostela en compañía de dos sirvientas, viviendo las tres únicamente de limosnas.

Su último trabajo fue evitar una guerra entre su hijo ya rey y un soberano vecino. Poco después enfermaba y moría habiendo recibido de rodillas los últimos sacramentos.

Trescientos años después de su muerte su cuerpo fue encontrado en perfecto estado. Desde entonces Dios se digna hacer milagros en el túmulo de su sierva.

En lugar de decir que tenía una enorme caridad con los pobres y los enfermos, la antiglesia diría que luchó por los marginados víctimas del feudalismo opresivo. Que tenía un espíritu adelantado a su tiempo, pionero del socialismo y del comunismo. Que siempre se esforzó por lograr las reformas sociales necesarias para liberar a los pobres. Querrían decir que se unió a una especie de movimiento obrero donde aprendió las técnicas más actualizadas para tratar con los discapacitados.

En lugar de elogiarla por construir austeras capillas en Coímbra, diría que, anticipándose a las reformas del conciliábulo de los años 60, construyó capillas casi sin imágenes.

La presentaría diciendo que estaba casada con un marido brutal, pero exigió firmemente los derechos de la mujer y su emancipación, lo cual lo conquistó.

En lugar de decir que después de enviudar quería servir solo a Dios, le gustaría fingir que estaba buscando otro esposo y señalar la belleza natural que aún poseía. Etiquetaría de “fanática” a la católica que posiblemente le dio el sabio consejo de abandonar el mundo.

En lugar de decir que promovió la paz entre los miembros de su familia real, la presentaría como una pacifista, afirmando que estaba dedicada al ideal de una república universal, promoviendo la paz por todas partes.

Hay dos mentalidades diferentes que pueden presentar los mismos hechos de formas completamente diferentes. Una es la mentalidad católica, la otra es la mentalidad revolucionaria. Dos mentalidades que reflejan dos visiones opuestas del mundo.

La forma sentimental de presentar a los santos evita el aspecto militante y noble del catolicismo. Todo lo combativo y antigualitario se diluye y distorsiona. Esta presentación sacarina, que podría parecer ingenua para algunos, en realidad estaba allanando el camino para la apostasía actual. Están unidos como causa y efecto contra la verdadera mentalidad católica.