RECADO

 

RECADO – 12/06/2025

Cuando la Revolución está intentando derrumbar el Estado de Derecho en España toma especial significado el recado que Nuestro Señor mandó al episcopado por medio de la hermana Lucía de Fátima.

En la foto sor Lucía dos Santos con el hábito de las Hermanas Doroteas en el convento de Tuy donde vivió desde octubre de 1926 hasta mayo de 1946 y desde donde escribió al arzobispo de Valladolid, monseñor Antonio García: “Desde el 12 junio de 1941 Nuestro Señor insiste conmigo en que manifieste a vuestra excelencia reverendísima su gran deseo de que los obispos de España se reúnan en retiro, y de común acuerdo determinen los medios a emplear para remediar el relajamiento del pueblo cristiano, la tibieza y frialdad del clero y de gran parte de religiosos y religiosas, así recibirían del Divino Espíritu luces y gracias especiales”.

En febrero de 1943 recibe un segundo recado de Nuestro Señor, que trasmite al mismo arzobispo, advirtiendo de que, si los obispos de España no atienden su deseo, Rusia será una vez más el azote con que Dios les castigará de nuevo.

También promete el próximo fin de la Segunda Guerra Mundial en atención al acto que se dignó hacer Su Santidad el 8 de diciembre de 1942, pero como fue incompleto, queda la conversión de Rusia para más adelante.

El cardenal Segura leyó el documento en el año 1944 en sus célebres conferencias cuaresmales en la catedral de Sevilla.

En carta al jesuita Gonsalves del 4 de mayo de 1943 Lucía escribe: “Tuve que manifestar al señor arzobispo de Valladolid un recado de Nuestro Señor para los obispos de España y otro para los de Portugal. Dios quiera que todos oigan la voz del buen Dios. Desea que los obispos de España se reúnan en retiro y determinen una reforma en el pueblo, clero y órdenes religiosas. Desea que se haga comprender a las almas que la verdadera penitencia que Él ahora quiere y exige, consiste, sobre todo, en el sacrificio que cada uno tiene que imponerse para cumplir con sus propios deberes religiosos y materiales”.

En 1940 el cardenal primado Pla y Daniel, en su primera pastoral sobre la recristianización de la diócesis de Toledo, reconoce que el dominio de la impiedad en gran parte de España, con su cortejo de crímenes durante los tres años de la guerra civil, fue un castigo que Dios permitió por los pecados públicos cometidos.

Sobra decir que no solo no hubo reforma del clero y del pueblo sino lo que se ha producido es la apostasía generalizada del clero y del pueblo.