ANTONIO –
13/06/2025
Hoy se celebra
la festividad de San Antonio de Padua, también conocido como San Antonio de
Lisboa por haber nacido allí. Estudió las Sagradas Escrituras y teología de
doctores de la Iglesia como San Jerónimo, San Agustín, San Gregorio Magno o San
Bernardo. Ingresó en la Orden de los Franciscanos destacando como predicador y
teólogo.
El propio San
Francisco le encomendó la lucha contra la propagación de la herejía cátara en
Francia. Se trasladó más tarde a Bolonia y Padua por lo que su tarea como
predicador le transformó en un viajero asiduo por el sur de Francia y todo el
norte de Italia pronunciándose contra las herejías. La multitud de gente que
acudía a escuchar sus sermones le hizo salir de las iglesias para predicar al
aire libre. En una de esas ocasiones, el cielo amenazaba con una fuerte
tormenta, lo que comenzó a dispersar a los fieles, pero él les aseguró que no
se mojarían, y efectivamente la lluvia cayó solo alrededor de ellos
permaneciendo todos secos. Fue uno de los frecuentes milagros sucedidos con él.
Al inicio de la
apostasía en la Iglesia profetizada por la Virgen en el famoso secreto de
Fátima, estando un feligrés en la ciudad de Padua visitó la famosa Basílica de
San Antonio. En una columna de su interior estaba el cuadro de un franciscano,
firme, fuerte, tendente un poco a lo obeso, de seria fisonomía como se puede
apreciar en la fotografía. La posición de su mano era de quien enseña. Le
preguntó a uno de los encargados de atender a los fieles de quién era aquel
cuadro y la respuesta fue que era la pintura más antigua que se conservaba de
San Antonio. Parecía haber sido pintada por Giotto, o por alguno de sus
discípulos. Es lo que había de más próximo, históricamente, de la fisonomía del
santo. Luego se dirigió a la sacristía, donde había una larga fila de
peregrinos adquiriendo rosarios y todo tipo de objetos piadosos. En un sector
vendían copias del cuadro auténtico y adquirió una, pero observó que la
estampita que más se vendía era otra que representaba a San Antonio ostentando
una fisonomía con una musculatura que jamás se tensó, ni por el dolor, ni por
la indignación, ni por la preocupación o el riesgo, ni siquiera por el
esfuerzo. Casi imberbe, su rostro parecía de porcelana, con labios que jamás
dijeron algo. Apenas los abriría para ingerir cualquier puré. Los ojos fijaban
su atención en algo frente a él que realmente no merecía su atención. Era una
figura de una insipidez mayúscula.
Es que hay una
velada escuela espiritual que busca deformar la piedad católica, según un
modelo dulce y sentimental, de la cual esa estampita de San Antonio era un
ejemplo contundente.