ILUMINATIS 3 – 23/12/2025
En 1941 la
opinión pública estadounidense estaba mayoritariamente en contra de la entrada
de su país en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, el plan de la Revolución
era que Estados Unidos participara en la contienda para hacerla efectivamente
de alcance mundial.
Así es que
pusieron en marcha una operación a fin de cambiar la opinión del pueblo
americano consistente en lanzar un ataque de Japón contra la flota
estadounidense en el Pacífico estacionada en la base Pearl Harbor.
El pretexto
nipón de ese ataque era impedir la intromisión de los Estados Unidos en las
operaciones militares que planeaban realizar en Oceanía y el Sudeste Asiático.
Algo así como el pretexto actual de Rusia para invadir Ucrania alegando su
seguridad nacional.
El 26 de
noviembre de 1941, una fuerza de ataque japonesa formada por 6 portaviones, 2
acorazados, 3 cruceros, 9 destructores, 23 submarinos, 5 minisubmarinos y 414
aviones, partió de las Islas Kuriles.
Los 11 días de
travesía hacia Pearl Harbor se llevaron a cabo en el más absoluto silencio, ya
que el éxito del ataque dependía del factor “sorpresa”.
A primera hora
de la mañana del 7 de diciembre, una primera oleada de aviones formada por 183
aparatos atacó la base naval. Los objetivos fueron los barcos anclados en el
puerto, los aeródromos, hangares, puestos de comunicaciones y baterías
antiaéreas. El ataque fue
realizado por más de 300 aviones que, en dos oleadas, bombardearon y
ametrallaron las instalaciones de la base naval y los barcos anclados en el
puerto. Curiosamente no atacaron la central eléctrica, depósitos de
combustible, el cuartel general, la sección de inteligencia y los tres
portaviones del Pacífico, el Enterprise, Lexington y Saratoga que “casualmente”
estaban fuera de la base cuando se produjo el ataque.
A pesar de
tener información los servicios de inteligencia de lo que se preparaba, el alto
mando fingió no saber nada para que se pudiese llevar a cabo el ataque, dañando
8 acorazados, 4 de ellos hundidos, 3 cruceros, 3 destructores, la pérdida de
188 aviones, 2.403 militares fallecidos, 1.138 heridos de diversa consideración
y unos 50 civiles. Los japoneses solo perdieron 29 aviones, 4 minisubmarinos y
65 pilotos.
El ataque
conmocionó profundamente al pueblo estadounidense y llevó directamente a la
entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. El apoyo interno en
Norteamérica a la no intervención en el conflicto mundial, que había sido
fuerte, desapareció. Roosevelt rompió su promesa de no enviar soldados
estadounidenses a combatir en el extranjero y obtuvo un apoyo contundente del
Senado de 388 votos a favor y tan solo 1 en contra. La declaración de guerra de los Estados
Unidos al Imperio del Japón tuvo lugar al día siguiente.
La Alemania
nazi y la Italia fascista declararon la guerra a los Estados Unidos el 11 de
diciembre, en respuesta a las operaciones puestas en marcha contra la potencia
asiática del Eje.
Una maniobra
que recuerda a la explosión del acorazado Maine en La Habana en 1898 o al
ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001. La abundante filmografía
hollywoodiana sobre el tema muestra el interés por encubrir el crimen.
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