FRANCO - 20/11/2025
Sobre el
monumental Valle de los Caídos, construido después de la guerra de España
contra el comunismo, existe un equívoco en mucha gente.
Allí se
enterraron a más de 33.000 combatientes de la guerra civil de ambos bandos, es
decir que enterraron a los héroes que dieron la vida por Dios y por España
junto a los esbirros que lucharon contra Él y contra España, lo cual constituye
una aberración. Toda la vida los cementerios católicos no admitían el
enterramiento de los no católicos, enemigos de la fe, suicidas, excomulgados,
etcétera.
Aparentemente
representaba la victoria sobre el comunismo, pero en realidad la idea del
monumento era simbolizar la reconciliación de los españoles, de los hijos de la
luz y de los hijos de las tinieblas, utopía frontalmente contraria a la
doctrina católica.
Entre el bien y
el mal no hay posibilidad de reconciliación, como no la hay entre Dios y el
demonio, ni entre los soldados de Cristo y los secuaces de Satanás. Esa
enemistad entre Virgen y la serpiente, entre los descendientes de la Virgen y
los de la serpiente, la puso el propio Dios e irá hasta el fin del mundo porque
es irreconciliable, como dice la Sagrada Escritura.
La abadía en su
base fue construida coincidiendo con la apostasía de la cúpula de la Iglesia
que la transformó en la antiglesia, por lo que a los clérigos de la nueva
religión ecumenista allí instalados les debió parecer una idea estupenda. Al
igual que el estilo arquitectónico nazistoide, con esculturas grotescas y
tétricas.
Cuando murió el
general Franco, los cabecillas de la transición política decidieron enterrarlo
allí para dar apariencias de continuidad con el régimen anterior. A los ojos
del gran público el “Caudillo” era visto como el hombre que derrotó al
comunismo, por lo que se consideró un justo homenaje.
En realidad,
Franco fue el hombre escogido por la “Anónima”, sociedad secreta de obediencia
masónica, que aparenta ser de derechas, como Hitler y Mussolini, para
reconducir gradualmente la situación de España hacia donde nos encontramos en
la actualidad. Es decir, hacía el abismo. Hay que tener en cuenta que fue él
quien desideologizó al pueblo, educó y designo como sucesor a título de rey al
traidor Juan Carlos y en definitiva quien transformó la España épica de 1939 en
la España sanchopancista de 1975. Un insigne servicio a la Revolución
reconocido con ese destacado enterramiento temporal. Ni el Valle de los Caídos
ni Franco son lo que muchos imaginan.
