DEVOCIÓN


DEVOCIÓN – 04/01/2025

Cuando la Iglesia canta sobre María "Tú sola exterminaste las herejías del universo entero", dice que su papel en ese exterminio fue en cierto modo único. Eso equivale a decir que Ella dirige la historia, porque quien dirige el exterminio de las herejías, dirige el triunfo de la ortodoxia, y dirigiendo una y otra, dirige la historia en lo que tiene de más medular.

Se podría hacer un interesante trabajo de historia para demostrar que el demonio comienza a vencer cuando consigue que disminuya la devoción a Nuestra Señora. Eso sucedió en todas las épocas decadentes de la Cristiandad, en todas las victorias de la Revolución. Un ejemplo característico es el de Europa antes de la Revolución Francesa. La devoción a Ella en los países católicos fue prodigiosamente disminuida por el jansenismo y es por eso que quedaron como un bosque combustible donde una simple chispa incendió todo.

Estas y otras consideraciones sacadas de la enseñanza de la Iglesia abren perspectivas para el Reino de María, es decir, la era histórica de fe y de virtud que será inaugurada con una victoria espectacular de la Señora de todos los Pueblos sobre la Revolución.

En esa era el demonio será expulsado y volverá a los antros infernales y la Señora reinará sobre la humanidad por medio de las instituciones que para eso escogió. En la perspectiva del Reino de María, encontramos en la obra de Grignion de Montfort algunas alusiones dignas de nota. Él es sin duda un profeta que anuncia esa venida, de la cual habla expresamente en la Oración Abrasada: ¿Cuándo vendrá ese diluvio de fuego, de puro amor que debéis encender sobre toda la Tierra de manera tan dulce y tan vehemente que todas las naciones, los turcos, los idólatras, los propios judíos se abrasarán en él y se convertirán?

Ese diluvio que va a lavar la humanidad, inaugurará el Reino del Espíritu Santo que él identifica con el Reino de María. El santo afirma que va a ser una era de florecimiento de la Iglesia como hasta entonces nunca hubo. Llega incluso a afirmar que el Altísimo con su Santísima Madre, deben formar grandes santos que sobrepujarán en santidad la mayoría de los otros santos, como los cedros del Líbano exceden a los pequeños arbustos.

Considerando los grandes santos que la Iglesia ya produjo, quedamos deslumbrados con la envergadura de los que surgirán al aliento de la Virgen María. Nada es más razonable que imaginar un crecimiento enorme de la santidad en una era histórica en la cual la actuación de Ella aumente también prodigiosamente.

Podemos, pues, decir que San Luis Grignion, con su valor de pensador, pero sobre todo con su autoridad de santo canonizado por la Iglesia, da peso y consistencia a las esperanzas que brillan en muchas revelaciones particulares, de que vendrá una época no lejana en la cual el Inmaculado Corazón de María verdaderamente triunfará tal como profetizó en Fátima.

LUTERO

 

LUTERO – 03/01/2025

Hoy es el aniversario de la bula papal que excomulgó a Martín Lutero después de que éste quemase públicamente la bula Exsurge Domine en la que el Papa León X condenó sus 41 herejías.

Conviene recordar las terribles blasfemias que el fraile apóstata lanzó contra Dios, contra Nuestro Señor Jesucristo, contra el Santísimo Sacramento, contra la Virgen María y contra el propio Papado.

El conocido historiador francés Funck Brentano, que además era protestante, en su libro titulado Luther escribe: “Cristo, dice Lutero, cometió adulterio por primera vez con la mujer de la fuente de quien nos habla San Juan. ¿No se murmuraba en torno a Él? ¿Qué hizo entonces con ella? Después, con Magdalena, enseguida, con la mujer adúltera, que absolvió tan livianamente. Así, Cristo, tan piadoso, también tuvo que fornicar antes de morir”.

“Ciertamente Dios es grande y poderoso, bueno y misericordioso, pero estúpido: Deus est stultissimus. Es un tirano. Moisés procedía, movido por su voluntad, como su lugarteniente, como verdugo que nadie superó, ni aún igualó, en asustar, aterrorizar y martirizar al pobre mundo”.

En otra blasfemia convierte a Dios en el verdadero responsable por la traición de Judas y la desobediencia de Adán: “Lutero llega a declarar que Judas, al traicionar a Cristo, procedió bajo la imperiosa decisión del Todopoderoso. La voluntad de Judas era dirigida por Dios que lo movía con su omnipotencia. El propio Adán, en el paraíso terrenal, fue obligado a proceder como procedió. Estaba colocado por Dios en tal situación, que le era imposible no prevaricar”.

En un panfleto titulado “Contra el pontificado romano fundado por el diablo”, no llamaba al Papa de “Santísimo”, según la costumbre, sino de “infernalísimo”, y agregaba que el Papado siempre se mostró sediento de sangre.

A propósito de las sangrientas persecuciones de Enrique VIII contra los católicos de Inglaterra escribió a Melanchton: “Es lícito encolerizarse cuando se sabe qué especie de traidores, ladrones y asesinos son los Papas, sus cardenales y legados. Le complacería a Dios que varios reyes de Inglaterra se empeñaran en acabar con ellos. Castigamos a los ladrones a espada; ¿por qué no hemos de agarrar al Papa, a los cardenales y a toda la pandilla de la Sodoma romana y lavarnos las manos en su sangre?”.

Tanto Hitler como el comunista Honnecker le homenajearon.

En el cuadro de Lutero muerto, de Lucas Furtenagel, se revela, en la grosería de los rasgos, la nota característica del demagogo lleno de sí mismo, del alborotador cuya predicación tantos errores, tanta rebelión difundió, y tanta sangre hizo derramar. Pero la primera impresión que sobresale inmediatamente es la sensualidad, el amor excesivo a los regalos de todo tipo, produce una sensación dolorosa. Su fisonomía expresa sobre todo la avidez de los placeres del cuerpo.

 

REVOLUCIÓN


REVOLUCIÓN – 02/01/2025

Como decía el Papa Pío XII a los jóvenes italianos, es necesario evidenciar el combate a muerte que se ha entablado contra los católicos verdaderos en todos los lugares, reconocer al enemigo, comprender la estrategia y la táctica de este combate, examinar claramente su lógica, su psicología y su dinámica, para que podamos comprender de manera segura cada una de las luchas de esta guerra y organizar y dirigir con toda seguridad la guerra contraria.

El enemigo implacable de la sociedad católica continúa desde hace ya seis siglos en una lucha mortal y en una marcha hacia delante lenta y sistemática, ha derribado y destruido casi todo el orden católico, es decir la ciudad de Dios, y se esfuerza en edificar en su lugar la ciudad del hombre.

Su nombre es “Revolución”. El protestantismo, la revolución francesa y el comunismo son episodios de una sola Revolución.  ¿Qué es lo que quiere? Construir todo el orden de la vida humana, la sociedad y la humanidad sin Dios, sin Iglesia, sin Cristo, sin la Revelación, sobre la sola razón humana, sobre la sensualidad, la codicia y el orgullo. Para eso era necesario reemplazar a la Iglesia por la antiglesia como sucedió en 1958.

La mayor fuerza de la Revolución nace de la utilización inteligente de las pasiones humanas. El comunismo creó la ciencia de la Revolución, y sus armas principales están en las pasiones humanas desenfrenadas metódicamente excitadas.

La Revolución emplea dos vicios como fuerzas destructoras de la sociedad católica y constructora de la sociedad atea: la sensualidad y el orgullo. Estas pasiones desordenadas y violentas son dirigidas de manera científica hacia un fin preciso y se someten ellas mismas a la disciplina férrea de sus jefes.

Este enemigo despliega en nuestros días una gran actividad, porque está seguro de su victoria en los años venideros. Y, sin embargo, muchos católicos rechazan con desprecio estas consideraciones como sueños originados por una mala imaginación. Así ellos obran como los habitantes de Constantinopla durante los años que precedieron al desastre: ciegos, no quisieron ver el peligro.

Después de dos siglos, vemos realizado lo que el Papa Clemente XII señalaba como programa de la secta francmasónica. Algunas cosas en este programa faltan todavía. En nuestros días son promovidas con gran inteligencia, perversidad, energía y lógica, y llegan a gran velocidad.

Ellos aceptan la tiranía totalitaria, toleran la pobreza con el fin de que sea edificado el orden del Anticristo. Un gobierno central enérgico dirige todo el proceso: es una central humana que es el instrumento del mismo Satán.

El comunismo es otro enemigo de los católicos. La secta masónica reúne a los “burgueses”, el comunismo a los “proletarios”. El fin de los dos es el mismo: la sociedad socialista, racionalista, sin Dios y sin Cristo. Los dos tienen la misma cabeza: el judaísmo.