MANIOBRAS


MANIOBRAS – 02/12/2024

Recordamos una maniobra de hace 48 años para señalar que ha sido a base de medio siglo de manipulaciones de la opinión pública cómo hemos llegado a las puertas de una nueva guerra civil en España.

Corría el año 1976 cuando la Sociedad Cultural Covadonga difundía el libro titulado “La Iglesia del silencio en Chile. Un tema de meditación para los católicos españoles”. En él se mostraba con abundante documentación la complicidad del clero de la antiglesia en la ascensión del comunismo al poder en ese país. El propio “cardenal” Silva Henríquez llegó a declarar ser lícito a los católicos votar en el candidato marxista Salvador Allende.

En noviembre de ese año un resumen del libro fue publicado en la revista Resistencia, órgano de la entidad, y 1.061 sacerdotes firmaron una declaración de apoyo a las tesis del libro en el cual se mostraban las analo­gías del caso chileno con la situación española.

El documento de los sacerdo­tes junto con un manifiesto comenzó a ser publicado gradualmente como publicidad en 28 de los periódicos más importantes bajo el titular: La Iglesia del silencio en Chile, una denuncia que conmueve al país y transpone los Andes.

La Revolución esperaba contar con la omisión y complicidad del clero frente al socialismo por lo que la gran difusión de ese documento ponía en un aprieto sus planes en España. Había que hacer algo para distraer la atención del público. Y entonces, ¡oh casualidades de la vida!, en esos días, el 2 de diciembre, sucedió un secuestro con aires de desafío al Estado por parte de unos comunistas. Secuestraron nada menos que al presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo. Mientras las publicaciones de la Sociedad Covadonga iban saliendo el cautiverio se mantenía y para que no decayese la atención del público el 24 de enero suman un nuevo secuestro: el teniente general Emilio Villaescusa, que aparece en la portada del diario ABC con el titular: CONMOCIÓN NACIONAL.

Las primeras informaciones oficiales incurrían en contradicciones como suele ocurrir en este tipo de montajes y una vez finalizadas las publicaciones en la prensa del incómodo manifiesto, el 9 de febrero a la hora de comer, 4 hombres llaman a la puerta del piso madrileño donde ambos “secuestrados” se encontraban, el que les custodiaba abre tranquilamente, le reducen y les dicen que ya se ha terminado.

En el juicio los secuestrados declararon que no les amenazaron de muerte, ni vieron más armas ni explosivos que las dos pistolas con las que les secuestraron, no habían sufrido malos tratos físicos ni morales, sino todo lo contrario. Hasta fueron a la farmacia para traerles un medicamento. Permanecieron juntos en la misma casa haciendo vida normal. Desayunaban y pasaban la mañana leyendo y paseando. Algunas veces jugaban a las cartas. A mediodía una cocinera les preparaba la comida y escuchaban las noticias en televisión. Incluso disponían de una edición del Nuevo Testamento para leer.

Por su parte los secuestradores declararon ante el juez que la familia Oriol les había ofrecido 5.000 millones de pesetas a cambio de la liberación de su pariente, pero que desestimaron la oferta porque no se ajustaba a los objetivos que se pretendían con el doble secuestro. Ambos secuestros formaban parte de la misma operación. Se les aplicó una ley de amnistía anteriormente votada por el Parlamento así que se fueron tranquilamente a su casa.