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REFERENTE – 30/10/2024

Cataluña sufrió terribles matanzas cuando gobernaba Lluís Companys, líder de la Izquierda Republicana y presidente del gobierno regional.

Ejerció como abogado de los terroristas, fundó el Comité de Milicias Antifascistas, responsable de miles de “paseos”, como llamaban a los fusilamientos por la espalda, es decir, asesinatos, y creador de muchas cárceles de tortura denominadas checas. Entre los numerosos asesinatos cometidos en ellas está el de la navarra Apolonia Lizárraga de 69 años, superiora general de la Congregación de Carmelitas de la Caridad. Fue arrestada y trasladada a la temible checa de la barcelonesa calle San Elías de donde prácticamente nadie salía con vida, o si salía era para ser ejecutado. El día 8 de septiembre de 1936, como se negaba a apostatar de la fe, a media noche la sacaron de su celda diciéndole: baja, que ahora descansarás. Un testigo relato que la llevaron a un patio y tras atarle muñecas y tobillos fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la despedazaron mientras ella rezaba. Luego dieron su cuerpo a comer a unos cerdos que tenían allí, que al poco tiempo mataron y los vendían por los bares diciendo que eran chorizos de monja.

Autor de frases como “nuestro odio contra la vil España es gigantesco”, ordenó preparar un Comité Revolucionario en mayo de 1936 y entregó 20.000 fusiles a los anarquistas que asesinaron arbitrariamente a 8.129 ciudadanos inocentes. Firmó sentencias de muerte contra mujeres y civiles, incluso de un religioso de La Salle por saber latín. Organizó campos de concentración, como el de Omells donde todo el municipio estaba sembrado de cadáveres. Promovió la mayor persecución religiosa de la historia en Cataluña asesinando a 4 obispos, 1.538 sacerdotes, 824 religiosos, 76 monjas, prohibiendo el culto católico y destruyendo 7.000 edificios religiosos.

Orgulloso, declaró en agosto 1936: “¿El problema del culto católico? ¡Oh, ese problema no se plantea siquiera, porque todas las iglesias han sido destruidas!”.

En agosto de 1940 el policía Pedro Urraca le localizó en una villa veraniega en la región francesa de Bretaña procediendo pistola en mano a su detención. Fue entregado a la Guardia Civil en el puesto fronterizo de Irún para ser juzgado y ejecutado por los atroces crímenes cometidos.

Ese monstruo referente de la izquierda hoy tiene un mausoleo en Barcelona y calles con su nombre en muchas poblaciones catalanas con el beneplácito de la banda en el poder.