La civilización
cristiana estimuló el arte en todas sus formas, incluso en la vida cotidiana,
como se ve en el arca de novia del siglo XVI.
Los estilos
artísticos no son la producción de un equipo de artistas, sino que son obra de
una sociedad entera. Los artistas no son propiamente los creadores del estilo
en una sociedad, sino sus intérpretes, sus propulsores en la línea en que se va
desarrollando la propia mentalidad social. Es lo que explica también que, en
los estilos verdaderamente producidos por una sociedad, lo práctico y lo bello,
los elementos de utilidad física y las características de expresión mental se
fundan armónicamente. La vida mental se entrelaza tan íntimamente, se embebe
tan profundamente, se entraña tan indisociablemente en la vida material, como
el alma en el cuerpo. Y es en esta interpenetración donde está la garantía de
la autenticidad de una y otra.
Cuando en una
familia se adquiere un objeto, digamos un armario. ¿Qué es más importante, que
sirva para guardar ropas, o que por su aspecto acentúe la expresión del
ambiente material del hogar? Al construir un palacio de Justicia. ¿Qué es más
importante, su utilidad práctica para el funcionamiento de los órganos de la
judicatura, o la majestad y gravedad que debe impregnar el ambiente judicial
expresando la naturaleza más profunda de la función de juzgar? En vez de
escoger entre el armario materialmente útil y el espiritualmente útil, o en vez
de escoger entre el palacio sólo materialmente adecuado y el palacio sólo
espiritualmente adecuado, habría que comenzar por rechazar ambos. El hombre
tiene el derecho y el deber de ser lo suficientemente exigente como para no
contentarse con un objeto que preste malos servicios a su alma o a su cuerpo.
El fin
inmediato, propio, natural de un armario no consiste en ser una especie de
condensación doctrinal o de mentalidad. Lo que le es más propio es guardar
convenientemente las ropas. Pero, como el servicio prestado al alma vale más
que el que se presta al cuerpo, en cierto sentido es más importante la función
educativa de un mueble que su aspecto práctico. Lo mismo se debe decir de la
sociedad temporal considerada en su conjunto. Su situación no puede ser
considerada normal más que cuando proporciona condiciones de existencia y de
progreso satisfactorias tanto para el alma como para el cuerpo. La recíproca
influencia entre las dos esferas llevará incluso los progresos obtenidos en
cada una a repercutir favorablemente en la otra. Cualitativamente, sin embargo,
es muy verdadero que los beneficios del espíritu son más importantes que los de
la materia. Y por esto, aunque le pese a cierta mentalidad moderna, es más
importante para un país tener una cultura propia, un estilo propio, costumbres,
instituciones, leyes en consonancia con el ambiente nacional, que una perfecta
canalización de aguas y de alcantarillado.