EXPRESIÓN

 

EXPRESIÓN – 10/09/2025

En el cuadro de la rendición de Breda, conocido también como de las lanzas, el pintor Velázquez ilustra el gesto de caridad cristiana del vencedor con el vencido, mostrando que la cortesía puede usarse con los vencidos.

Cuando dos personas están en contacto, por más que sean desiguales en inteligencia, cultura o fuerza de persuasión, pueden ejercer una influencia recíproca.

El cuerpo humano es un instrumento maravilloso para la expresión del alma. El poder de la expresión corporal es acentuado por el traje y por el adorno. Puede llegar a ser tan grande que se considera a veces, erróneamente, irresistible.

En la emperatriz Elizabeth de Baviera, esposa del Emperador de Austria y Hungría, Francisco José I, familiarmente conocida como Sissi, resplandecían los atributos de gran dama que la Cristiandad generó: belleza, porte regio, elegancia, señorío, sumados a una extrema gracia y encantadora afabilidad que cautivaba a todos. Recuerda la majestad del cisne como se ve en el cuadro de Winterhalter. Los defectos de carácter que manifestó posteriormente nunca borraron esta imagen ideal que el mundo guardó de ella. Fue por lo que representaba que tal día como hoy de 1898 un revolucionario le asesinó en Ginebra.

Todas nuestras ideas, incluso las más abstractas, todas nuestras emociones, incluso las más sutiles, son susceptibles de una expresión adecuada a través primordialmente de la palabra, completada y enriquecida por la inflexión de la voz, por la expresión de la mirada, por los gestos, por la actitud del cuerpo, por el porte y hasta por el modo de andar.

Cuando esta transparencia del alma en todo el modo de actuar y de ser del cuerpo se vuelve nítida, y sobre todo cuando tal transparencia revela un alma firme, clara, lógica, estamos en presencia de lo que se llama una personalidad.

La moda punk y similares manifiestan un deseo de extravagancia que tiene algo de desesperación. Cuando la degradación se hace moda, estamos frente a un mundo enloquecido. La falta de juicio no se expresa sólo por el sentido de las palabras, sino por lo desaliñado del gesto, por la extravagancia de las líneas o de los colores de un traje, de un mueble, de un edificio, etcétera.

Tener personalidad o ser una personalidad es tener un alma bastante desarrollada para dirigir, influenciar, brillar en el cuerpo material. Es realizar dentro del campo natural una especie de transfiguración de la materia por la iluminación interior del alma. Esto es una prefigura meramente natural, pero espléndida, de la transfiguración sobrenatural mucho más radiante y noble, que los cuerpos gloriosos tendrán en el Cielo. Un ejemplo incomparable fue el de Nuestro Señor en el Tabor, del que también algunos santos nos han dado una imagen sensible en esta Tierra de exilio.