DOLORES – 15/09/2025
Vamos a incidir
en la idea de que Dios, habiendo amado con amor infinito a su Verbo Encarnado,
Nuestro Señor Jesucristo, y habiendo amado a Nuestra Señora con un amor
inferior a ese, le dio todo cuanto existe de mejor. Y por eso le dio aquella
inmensidad de cruces que es representada por el número siete. Son siete
dolores, es decir, son todos los dolores. Nuestra Señora de los Dolores podría
ser llamada con propiedad Nuestra Señora de todos los Dolores, porque no hubo
dolor que Ella no sufriese.
Por eso, si es
verdad que todas las generaciones la llamarán bienaventurada, a un título
menor, pero inmensamente real, todas las generaciones la podrían llamar
“infeliz”. Si esto es así, deberíamos comprender mejor, cuando el dolor penetra
en nuestra vida, que es una prueba del amor de Dios. Y que mientras el dolor no
penetre en nuestra vida, no tendremos todas las pruebas del amor de Dios. Uno
agregaría, no tendremos la principal prueba del amor de Dios.
Al ver las
fisonomías de muchas personas se percibe en ellas la falta de más sufrimiento.
Les faltan una nota de madurez, de estabilidad, de racionalidad, una elevación
que sólo tiene quien sufrió y que sufrió mucho. Quien lleva una vida sin
sufrimiento, lleva una vida en que esa nota no trasparece en la fisonomía y lo
que es mucho peor, no trasparece en el alma.
Debemos
comprender esto y cuando comienzan a aparecer contratiempos, dificultades,
malentendidos, problemas de salud, en los negocios, en casa, etcétera, no
deberíamos tomar en eso como un absurdo, con el estado de espíritu de las
películas de Hollywood, es decir como una cosa que no debería suceder. Porque
lo normal es sufrir. A quien Dios ama, a quien Nuestra Señora ama, éste sufre,
porque Dios no va a recusar a este hijo, aquello que dio en abundancia a los
dos seres que más amó, que son Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora.
Es estupenda la
expresión de Bossuet respecto del Niño Jesús, “ese Niño incómodo”. ¡Como todos
los que quieren seguir a Nuestro Señor son incómodos! A veces se tiene la
sensación experimental de esto. Al dar un consejo, al pedir un sacrificio, el
semblante de nuestro interlocutor va denunciando que nos está considerando
incómodos. ¡Cómo sería más fácil decir un chiste alegre, hacer una broma,
terminar todo con una palmada en la espalda y dispensar de una obligación!
Pues bien, el
peso de ser incómodos es uno de los mayores pesos y también debemos cargarlo. A
veces en nuestras familias nos encuentran incómodos porque les recordamos el
deber. La resignación alegra esa incomodidad. El coraje de ser incómodos en
todas las circunstancias, dar nuestra amistad de modo preferente a nuestros
amigos incómodos, cuando su incomodidad consiste en recordarnos el deber, son
virtudes que, con motivo de la festividad de los Dolores de María, podríamos
pedirle.
En la foto la
imagen de la Dolorosa durante la lacrimación milagrosa en la iglesia de San
Juan Bautista de la venezolana ciudad de Carache el 1 de abril de 2009. Y a
propósito de Venezuela, si allí se difundiese la estampa de la Señora de todos
los Pueblos podría conseguirse lo que no se ha conseguido por otros medios.