EUROPA – 04/03/2025
A propósito de la encrucijada en que se encuentra Europa aportamos una reflexión para poder estar a la altura de las circunstancias históricas que nos tocan vivir.
El espíritu de
caballería es sobre todo una forma de ser, una mentalidad que se manifiesta
principalmente en el combate, pero también en la actitud de un hombre durante
toda la vida, en todo. Es un espíritu de lógica, de coherencia, de fuerza de
alma por la cual el hombre tiene una noción exacta de su dignidad. Su dignidad
de hombre y de su dignidad como católico. Su dignidad como teniendo en la
escala de valores humanos una cierta situación que tiene que hacer respetar. Lo
propio del espíritu de caballería es este orden jerárquico, este orden de
valentía, de una buena adecuación de las cosas, el caballero lo ama de un modo
combativo. De modo que no soporta ninguna forma de violación de este orden, sin
que esté dispuesto a intervenir con la fuerza y a poner los puntos sobre las
íes, pero de acuerdo con el sentido común, de acuerdo a la forma correcta de
las cosas. Por esto, el hombre es un caballero en el salón cuando se comporta
con amabilidad, pero con distinción, haciendo entender que con él no se juega.
El caballero es serio, el caballero no es juguetón. Habitualmente es serio, es
amable, pero no bromea y con él no se juega. Y la gente comprende que tiene que
ser respetado. No quiere ser respetado más de lo que vale, pero tampoco quiere
ser respetado menos de lo que vale. Tiene el ojo vigilante sobre esta línea de
respeto, y el pie que la transgreda, aunque sea una señora, sabrá hacerle una
reverencia y después decir lo que tiene que decir. Estas son actitudes que
indican mucha profundidad de alma, porque el alma para entender bien todo esto
y proceder de esta manera tiene que ser muy profunda. Muy profunda no significa
necesariamente muy inteligente, el caballero no es necesariamente un filósofo,
pero tiene una visión clara y profunda de las cosas, por lo que se da cuenta de
que esto es así, entonces la consecuencia es tal o cual. Es muy lógico, muy
coherente y muy fuerte. No tiene miedo de las consecuencias, las saca todas
para sí mismo y para los demás, a toda costa y, en cualquier caso. Por esto el
caballero ama la sublimidad. Le gusta pensar en las cosas que ve en su aspecto
más elevado, prefiere las cosas serias, elevadas y nobles a las cosas
ordinarias, comunes, sin importancia. Colocado, por ejemplo, ante un gran
monumento, trata de comprender la sublimidad de ese monumento. Situado frente a
la torre de una iglesia, busca la sublimidad de esa torre. Situado frente a una
armadura medieval, trata de ver la sublimidad de esa armadura, porque toda su
alma está vuelta hacia la adoración y, por tanto, vuelta hacia el gusto de todo
lo que es elevado, sublime, y al desprecio de todo lo que es banal, lugar
común, que no tiene importancia real. Estos son algunos trazos del alma del
caballero que explican su valentía. Porque un hombre sólo tiene el coraje de
sacrificar su vida, o quedar inválido el resto de su vida, si comprende bien el
alto fin por el cual está actuando y es capaz de un amor continuo y eficiente
hacia ese fin. Si no, no será valiente a la hora del combate.