CRUZADA
– 29/03/2025
Una
reflexión sobre el espíritu de Cruzada que deben tener los europeos
ante la agresión comunista rusa que pretende destruir los restos de cristiandad
que aún quedan en el continente, otrora cuna de la civilización cristiana,
única civilización verdadera. Derrumbado este padrón al que todo el mundo mira,
la Revolución tiene el camino despejado para empujar a los pueblos al reino del
anticristo.
Por
cierto, Pío XII debería haber convocado una cruzada contra el comunismo y se
habrían evitado muchas calamidades, pero no lo hizo, como tampoco hizo la
consagración específica de Rusia al Inmaculado Corazón de María tal como Ella
pidió en Fátima el 13 de julio de 1917. Además, murió sin atender el pedido
explícito de dar a conocer al mundo la imagen y la oración dada por la Señora
de todos los Pueblos en Ámsterdam para ser preservados de la corrupción de las
calamidades y de la guerra.
El
primer aspecto que llama la atención en esta escultura es el modo de estar de
pie. Puede representar un cruzado en el apogeo de la Edad Media. Muestra un
perfecto equilibrio del cuerpo. Los pies no son pies planos, como los de un
pato, con la precaria firmeza de éste. Es la estabilidad corporal del hombre,
en la cual no falta una cierta elegancia y entra algo de espiritual. Las
piernas, el tronco, los brazos, representan la solidez física perfecta de quien
venció la acción de la gravedad.
No
ha cedido a la pereza. Pero tampoco está efervescente, no tiene la mentalidad
del hombre de negocios, que habla por varios teléfonos a la vez. Se mantiene
completamente tranquilo, pero de una tranquilidad tal, que su reposo se vuelve
para la acción, y acción que ya es de golpe la guerra. La más absorbente de
todas las actividades, aquella que se opone más directamente a la pereza no es
el trabajo, es la lucha. Está en una posición en que a cualquier momento puede
iniciar el combate.
Está
haciendo una proclamación con los grandes brazos abiertos, como quien dice:
“Esto es así y no de otra manera, ay de quien niegue lo que proclamo, porque
cojo la espada…”. Es la proclamación perfecta de quien anuncia y amenaza.
Por
otro lado, el cruzado permanece en una actitud contemplativa. Su fisonomía
indica que él no está mirando lo que pasa a su alrededor. Está mirando dentro
de sí mismo. Y dentro de sí mismo considera un ideal muy superior, que le
ilumina el alma: son los principios por de los cuales es obligado a combatir.
Todo
él es un edificio de coherencia, de metafísica, dispuesto a descargar el golpe.
Todas las razones del combate las tiene presentes, todo raciocinado, coherente,
positivo.
Es
un hombre profundamente serio. Si sucede cualquier cosa delante de él, su
visión será la de la realidad completa. No exagerará, ni subestimará, ni
distorsionará la realidad, ni mentirá. Él ve lo que sucede y dice lo que ve. Es
el varón serio por excelencia.