BELORADO

 

BELORADO – 18/05/2024

Esta semana saltó a los medios de comunicación una noticia esperanzadora: Las monjas clarisas del convento español de Belorado reconocen la situación de Sede Vacante de la Santa Iglesia.

Efectivamente, el 26 de octubre de 1958 los cardenales reunidos en el cónclave eligieron al cardenal Siri, en la foto, como sucesor del Papa Pio XII. Él aceptó, convirtiéndose en Vicario de Cristo con el nombre de Gregorio XVII y a las 6 de la tarde la chimenea de la Capilla Sixtina anunciaba la elección con la fumata blanca a los numerosos fieles allí reunidos, mientras la Radio Vaticana proclamaba: “No hay absolutamente ninguna duda, el Papa ha sido elegido”. Pero pasaba el rato y el Papa no salía al balcón a dar la bendición…

Resultó que en el interior algunos cardenales modernistas le transmitieron al nuevo Pontífice el recado de un emisario: la Unión Soviética no quería un Papa anticomunista como él, y que si no renunciase tiraría una bomba atómica sobre el Vaticano. Las extraordinarias pruebas nucleares soviéticas habidas en los días previos daban credibilidad a la amenaza. Rusia, precisamente la que Pio XI y Pio XII no quisieron consagrar al Inmaculado Corazón de María como Ella pidió.

Gregorio XVII, cuya respuesta debería haber sido convocar de una Cruzada contra el comunismo, optó por la defección aludiendo “graves razones de Estado”.  

Luego anunciaron que el humo blanco había sido un error y dos días después eligieron al candidato del Kremlin, el masón Roncalli, que para celebrar su coronación puso fin a los ensayos atómicos. Andréi Sájarov afirmó que no existían razones científicas para esos ensayos sino motivaciones políticas.  

Evidentemente la renuncia de Gregorio XVII, bajo la coacción del chantaje atómico, no fue válida, al igual que tampoco lo fue la elección de Roncalli. Desde entonces la secta modernista se hizo con el control de lo que hasta esa fecha había sido la Santa Sede, rompiéndose así la Sucesión Apostólica, es decir la legítima representación de Nuestro Señor Jesucristo.

Por tanto, todos los sucesivos ocupantes del Vaticano, Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyla, Ratzinger y por supuesto Bergoglio, que además es hereje público y notorio, no son verdaderos Papas de la Santa Iglesia sino antipapas de la antiglesia profetizada por Ana Catalina Emmerich hace más de 200 años.

Esto se hizo patente en el conciliábulo “Vaticano segundo” y la estructura pseudo eclesiástica que les sigue no es más que una parodia de la verdadera Iglesia al servicio de la Revolución.

En el siguiente cónclave de 1963 Siri volvió a ser elegido, pero la misma coacción se repitió y la claudicación también.

Escritos posteriores del propio cardenal Siri, así como declaraciones del P. Malachi Martín y del historiador Paolo Perrotta, no dejan ningún lugar a dudas.

INSTRUCCIÓN


 

INSTRUCCIÓN – 17/05/2024

El documento masónico titulado “Instrucción permanente” llegó a parar a manos del Papa Gregorio XVI. Pio IX mandó publicarlo en el libro titulado “La Iglesia Romana y la Revolución” certificando él mismo su autenticidad el 25 de febrero de 1861. León XIII también lo hizo editar.

En él los propios masones declaran que el objetivo de la Masonería ya no es la destrucción de la Iglesia sino utilizarla para sus fines por medio de la infiltración. Su intención es conquistar la Iglesia y el Papado. En la foto Roncalli y Montini, alias “Juan veintitrés” y “Pablo sexto” respectivamente, conspirando después de ingresar conjuntamente en la gran logia masónica de París.

El texto dice: “La tarea que nos disponemos a emprender no es de un día, un mes o un año. Podría durar muchos años, quizás un siglo. Entre nuestras filas los soldados mueren, pero la batalla continúa.

No intentamos ganar al Papa para nuestra causa, ni hacerlo adepto a nuestros principios o propagador de nuestras ideas. Sería un sueño absurdo. A lo que debemos aspirar es a un Papa que nos sea útil. De esa forma podremos emprender un camino triunfal en el asalto a la Iglesia. Es preciso meter en el complot la mano del sucesor de Pedro. No tenemos la menor duda que nuestros esfuerzos se verán coronados por el éxito y alcanzaremos ese fin. ¿Cuándo y cómo? Todavía no nos es dado saberlo. A pesar de ello, nadie debe apartarse del plan que se ha trazado tan meticulosamente, y todos deberán empeñarse en su realización, como si ya a partir de mañana se pudiera realizar la labor que ahora esbozamos Estas instrucciones serán secretas para los novicios, los iniciados deberán inculcarlos a todos sus hermanos, en forma de instrucción.

Ahora bien, para tener un Papa acorde con nuestras necesidades es necesario formarlo primero. Dejemos pasar a los ancianos y los adultos. Empecemos a partir de los jóvenes y de ser posible hasta por los niños. Sin esfuerzo nos ganaremos la reputación de buenos católicos y grandes patriotas. Esa reputación difundirá nuestra doctrina entre los sacerdotes jóvenes e incluso en los monasterios.

En pocos años será inevitable que ese clero nuevo y joven llegue a ocupar todos los cargos y se le llame a elegir al Pontífice que deberá regir la Iglesia. Y como muchos de sus contemporáneos ese Pontífice estará forzosamente empapado de los principios patrióticos y humanitarios que comenzamos a poner en circulación. Es una diminuta semilla de mostaza que estamos sembrando. Mas el amanecer de la justicia nos conducirá a los más elevados poderes, y veréis la cosecha tan copiosa que habrá producido tan pequeña semilla.

A lo largo del camino será necesario superar numerosos obstáculos y dificultades, pero triunfaremos gracias a la experiencia y la perspicacia. Hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la fe apostólica. Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz.

Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra”.