VERDAD –
28/08/2025
Cada uno de
nosotros tiene una personalidad única e inconfundible y es llamado por Dios a
realizar un ideal de perfección propio. De nosotros se exige una fidelidad a la
verdad que hay en nosotros y que es el único camino para alcanzar la verdad de
todos nosotros.
El mundo está
lleno de filósofos y de escritores, pero sólo hay una cosa que justifica la
existencia de unos y otros: la pasión por la verdad. Sin esta pasión, libros y
filosofías no son más que vanidades, peligrosísimas vanidades, que encienden el
fuego en la Tierra y atizan las llamaradas del infierno.
Quien tiene la
pasión por la verdad está dispuesto a despojarse de sí mismo, sin ninguna
restricción. Sacrificará las más seductoras ideas, los más ingeniosos sistemas,
las más profundas y luminosas elucubraciones, las más queridas intuiciones, las
satisfacciones más altas de la inteligencia, las formulaciones más cautivantes,
las imágenes más estéticamente felices, para austeramente buscar y manifestar
la verdad, sólo la verdad, que es siempre dura para nuestra condición humana,
por causa de su esencial trascendencia.
Quien tiene la
pasión por la verdad se expone a la antipatía de los hombres. La verdad nunca
fue muy estimada por los hombres, siendo positivamente despreciada en nuestros
días. La verdad es una e inmutable, pero los hombres aman el espectáculo
variado de las apariencias que se suceden. La verdad es eterna, pero los
hombres siguen las modas. La verdad es seria y los hombres son frívolos. La
verdad señala el deber, mientras que los hombres quieren los placeres, en fin,
la verdad es dura y los hombres no tienen agallas. Por lo tanto, quien tiene la
pasión por la verdad se expone, necesariamente, a la antipatía de los hombres,
pero preferirá la verdad a los bienes temporales, a la carrera, al renombre y a
la propia reputación. Será perseguido y acusado por aquellos que prostituyen la
verdad haciendo de ella un simple instrumento de sus caprichos y codicia. La
pasión por la verdad puede llevar a ser silenciado durante muchos años,
mientras los demás se alzan ante la opinión y la crítica, por su producción de
obras literarias y filosóficas. Él, sin embargo, permanecerá callado, hasta que
surja el único motivo que lo hará manifestarse: dar testimonio de la verdad.
A esto se podrá
replicar que en lugar de indicar el camino de la filosofía indica el de la
santidad. Es verdad. Sólo hay que subrayar que, para quien tiene la vocación de
los estudios filosóficos, la perfección espiritual se llama pasión por la
verdad.
En el cuadro de
Philippe de Champaigne, el gran doctor San Agustín de Hipona.